sábado, 11 de julio de 2009

La empatía de los secundarios

Desde muy pequeño tengo la extraña manía de preferir siempre a los secundarios antes que a los protagonistas principales.

Cuando jugábamos a alguna serie, siempre escogía a aquel personaje que no era el líder, el elegido o el guardián que lo resolverá todo, etc, etc. Nunca me gustaron demasiado los protagonistas, bien por ser demasiado perfectos o porque simplemente eran los chupacámaras que siempre tenían la solución bajo el brazo. Por eso mismo, en X-men escogía a Lobezno antes que a Cíclope o Xavier, en los Caballeros del Zodiaco siempre escogí al Cisne, en Comando G yo prefería al Cóndor, en los Power Rangers yo prefería ser el negro y no el rojo, en Dragon Ball siempre preferí a Piccolo o a Krilín antes que a Gokuh, etc, etc.

Yo creo que, aparte de no gustarme los protagonistas, que siempre tenían que ser imprescindibles en todas las tramas como la solución final de las mismas, creo que prefería los secundarios porque con ellos puedes sentir cierta empatía.

Y es que para conseguir que el protagonista sea más guay y perfecto de lo que parece, siempre se suele utilizar el contraste del secundario bobalicón, mezquino, visceral, cobarde o con más defectos, mucho menos notable y, en resumen, más humano. Quizá por eso mismo, los secundarios acaben siendo más cercanos al propio espectador, al final acaban siendo los más naturales, cercanos y aquellos con los que te puedes sentir identificado. Al fin y al cabo, ¿no fue siempre más interesante ver a Krilín buscando chica y fracasando en el intento que la facilidad de Gokuh por obtener de forma inocentona, sin buscarlo ni quererlo, a Chichi?

En definitiva, que vivan los secundarios, sobre todo aquellos que acaban en un tercer plano totalmente olvidados.

Saludos.

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