martes, 28 de junio de 2011

Marvel Héroes: Viuda Negra - Red de intrigas

Para todos aquellos que no hayan leído demasiado material clásico de Marvel debe estar resultándoles muy provechoso este coleccionable, ya que su cualidad de "cajón de sastre" en el que puede tener cabida cualquier cosa es tanto una virtud como un defecto, según los cómics de los que hablemos. El caso es que ahora le ha tocado el turno a la Viuda Negra, un personaje algo secundario en la editorial que sorprende que posea tantos cómics en solitario últimamente, lo cual dice mucho del buen trabajo que está realizando la llamada Casa de las Ideas respecto a las adaptaciones fílmicas, ya que en este caso la aparición de la espía rusa en la secuela de Iron Man le ha sido de lo más provechosa.

Sobre el material aquí reunido, hace tiempo se sacó gran parte de él también en un tomo unitario, solo que en tamaño reducido y en blanco y negro, es decir, en Biblioteca Marvel. Ahora, se vuelve a editar, solo que a color y en tamaño original, con el añadido de los Marvel Fanfare que relatan una historia del personaje con Ralph Macchio y el célebre George Pérez como autores de la misma. Por lo tanto, esta recopilación se puede dividir en tres bloques que pasamos a desglosar a continuación. El primero está relacionado con los orígenes del personaje, su primera aparición en Tales of Suspense #52 (con Iron Man, cómo no) y su enfrentamiento con Spider-man en Amazing Spider-man #86, que no sería tan importante si no fuera porque en él veríamos por primera vez a la Viuda con el traje con el que se la conoce actualmente. El segundo bloque está compuesto por una historia en solitario que se desarrolló a lo largo de varios números de Amazing Adventures, escrita por varios autores: Gary Friedrich, Mimi Gold, Roy Thomas y Gerry Conway, con los lápices de John Buscema, Gene Colan y Don Heck. Finalmente, el último bloque es el que reúne la historia que da nombre al tomo y que se desarrolló en la ya citada Marvel Fanfare, con los autores que se mencionaron al principio de este mismo párrafo.

Así pues, lo que tenemos es un resultado un tanto irregular, dada la variedad de todo este material. Para empezar, los números donde comparte protagonismo con Iron Man y Spider-man son de lo más anodino del tomo, ya que ofrecen una Natasha Romanov todavía "en pañales", sin el carisma actual y de lo más arquetípica. No obstante, estamos hablando de la que se supone que era una villana que se basaba en un tópico frecuente del cine de espías de antes de los sesenta. Menos mal que en los números de Amazing Adventures, aunque repartidos entre varios guionistas y dibujantes, están un poco mejor, sin brillar ni destacar mucho. Eso sí, hay que reconocer que la forma en que los diferentes autores consiguen enmarañar unas tramas con otras tiene su gracia, pero son historias que no terminan de convencer del todo, ya sea por la falta de carisma absoluta de los villanos como por el abrupto desarrollo, que hace que la lectura se olvide en poco tiempo. Por tanto, los Marvel Fanfare son, sin duda, lo más destacable del tomo, tiene una trama bastante más consistente, con villanos a la altura del personaje (a destacar la Dama de Hierro) y sobre todo con buenos secundarios, mejores diálogos y algún que otro giro ocurrente. Si solo contáramos con estos números, sería fácil hacer la recomendación, pero al acompañarle otros de menor fortuna, resulta difícil aconsejar la compra del tomo solo por estas historias. Por cierto, no quería acabar la reseña sin mencionar lo muy mal que le sienta el entintado de Al Milgrom a los lápices de Pérez, nunca he visto mayor despropósito en un acabado que se intuye de sobra que podría haber sido muy superior.

En definitiva, un tomo difícil de recomendar, por todo lo que reúne, ya que el nivel de las historias aquí mostradas varía enormemente entre unas y otras. Eso sí, la verdad es que merece la pena echarle un vistazo a los números de Macchio y Pérez, ya que se podría decir que son un buen ejemplo de lo que debería ofrecerse a la hora de escribir a este peculiar personaje.

domingo, 26 de junio de 2011

El caballero errante

Adaptar los relatos de George R. R. Martin debe ser una proeza más que complicada. Esto se debe a que posee una prosa que tanto en cómic como en cualquier otro medio puede quedar forzada si se pretende ser lo más fiel posible. Lo que quiere decir que, al final, el resultado puede quedar un poco cojo en comparación con la obra original, son las dificultades de la adaptación con respecto a historias que se encuentran bien aprovechadas en su medio de origen. Sin embargo, con los Cuentos de Egg y Dunk, el escritor se mostró bastante más directo y sencillo de lo que es en los libros de Canción de Hielo y Fuego. Pese a ser narraciones que ocurren en el complejo mundo de Poniente, con todas sus Casas y todos sus reinados del pasado (ya que los sucesos se colocan 100 años atrás a los mostrados en Juego de Tronos, el primero de la saga), estas historias tienen unos protagonistas fijos que siguen una línea de acontecimientos bastante más clara, evitando que el lector deba centrarse en tantos frentes. Esa perspectiva más subjetiva permite que se pueda adaptar mejor a cualquier medio, ya que es más común para el cine, la televisión o, en este caso, el cómic.

Por lo tanto, El caballero errante es el primer tomo de esta especie de precuela de Canción de Hielo y Fuego. Se centra sobre todo en la figura del carismático Duncan el Alto, llamado vulgarmente Dunk, un escudero que pasa a ser caballero cuando se le presenta la oportunidad, buscando el éxito en uno de los grandes torneos de Poniente. Por el camino, encontrará al joven Egg, que pasará a ser su fiel escudero, del que tardaremos poco en conocer su misterioso pasado y las razones por las que está convenientemente rapado. Por lo tanto, la historia se centra en pocos personajes, y sobre todo Duncan cobra gran importancia como conductor de todos los sucesos que aquí se narran. 

Esto no quiere decir que no se note la mano de George R. R. Martin en todo momento, ya que su prosa sigue presente en unas entretenidas y ocurrentes cajetillas de texto que presentan los pensamientos de este simpático personaje. Valiente pero no muy inteligente, aunque tampoco tonto, Dunk pasa a ser todo un protagonista a seguir, muy interesante, aunque no tanto como el entorno que le rodea, que es uno de los puntos fuertes del escritor: desarrollar todo un mundo creíble que no deje nada al azar y que se mueve independientemente del conductor de la historia.

Los giros se suceden por doquier, muchas sorpresas en pocas páginas y un desarrollo más que atractivo, con algunas de las mejores batallas de torneos medievales que se puedan leer en cómic, aunque en eso un servidor no tenga demasiada experiencia. Lo que no cabe duda es de que la lectura resulta amena y emocionante, quizá demasiada presentación pero muy buenos diálogos y tratamiento de personajes. Por lo tanto, la adaptación del texto que realiza Ben Avery resulta sólida y muy efectiva. Solo faltaría que el dibujo de Mike S. Miller estuviera a la altura. Y por suerte es así, aunque tiene puntos flojos como ciertos fallos de anatomía o muy poca variedad a la hora de mostrar rostros (algunos incluso se confunden, no ofrece rasgos distintivos), resulta muy espectacular en los torneos, dibuja armaduras muy vistosas y es capaz de reflejar muy bien el mundo de Poniente. No resulta difícil que el lector se sienta inmerso en tal ambiente, lo cual ya es una habilidad más que notable por parte del artista.

Lo dicho, aunque el precio sea algo prohibitivo para tan modesto formato, la verdad es que merece la pena. Los fans de Canción de Hielo y Fuego pueden acercarse sin temor, es difícil que queden decepcionados.

miércoles, 22 de junio de 2011

Misfits - Temporada 2

Hay ocasiones en las que una fórmula no parece dar mucho más de sí, o que al menos no es del todo interesante una vez la novedad se esfuma y se da el caso en que se insiste en los puntos fuertes, olvidándose de otros que equilibraban la balanza. Dicho de otra manera, Misfits en su primera temporada sorprendió, impactó y enamoró a muchos, por su apuesta desenfadada, por lo políticamente incorrecta que es desde el primer minuto y lo carismáticos que resultan sus personajes. Por ello, superarse en una segunda temporada resultaba algo realmente difícil, por lo que había que cambiar el tono sin perder el espíritu, para ofrecer algo diferente e incomparable, que pueda gustar más o menos pero que sea igualmente efectivo. Es así como vemos un enfoque todavía más gamberro que el que pudimos ver anteriormente, con los personajes un poco más pasados de vueltas, secundarios de usar y tirar, enemigos más mortales y, sobre todo, menos ambiguos. En esta ocasión, estos siete capítulos parecen exactamente un cómic de Garth Ennis llevado a la pequeña pantalla, solo que con menos gore.

Decir esto es como ofrecer una de cal y otra de arena, ya que el guionista de cómics irlandés no siempre es tan interesante, algunas veces se deja llevar demasiado por lo banal y obsceno olvidándose de todo lo demás que lo ha hecho grande en sus obras más reconocidas. Con Misfits ocurre más o menos lo mismo: el nivel de gamberrismo ha subido, pero dejan bastante más de lado la crítica social y el desarrollo de personajes. No los principales, ojo, que siguen siendo el mejor reclamo de la serie, sino en los secundarios. Y es que a lo largo de estos episodios aparecen un buen montón, pero ninguno se aprovecha como es debido y todos, antes o después, acaban criando malvas, como si fuera una regla no escrita obligatoria. Ahora, todo se toma más a cachondeo, nada se respeta y rara vez nos emocionamos con algo porque todo puede ocurrir, incluso de un capítulo a otro. Jamás he visto en ninguna parte un status quo tan vulnerable como este, las relaciones entre personajes cambian en un parpadeo y las muertes se suceden por doquier, aparte de que abusan demasiado de los retrocesos temporales, convirtiendo el poder de Curtis en un deux machina perfecto para mostrar cualquier escena que al director o guionista le satisfaga. El caso más flagrante lo encontramos en uno de los capítulos, donde todo lo que ocurre, simplemente, es borrado para siempre.

Eso sí, pedir un poco más de mesura a esta serie sería como pedir peras al olmo, o una hipocresía por nuestra parte. Al fin y al cabo, lo mínimo que puede hacer es ser fiel a su propio espíritu camorrista y despreocupado, aunque eso atente contra un espectador que cada vez menos paciente con las sobradas e idas de tono, que por sí solas no consiguen gran cosa. Pero que nadie se espante, pese a todo este bajón la serie sigue siendo bastante recomendable y además en esta ocasión tenemos una trama central que resulta ser de lo mejor que podemos ver en el transcurso de la misma, dotando de renovado interés a Simon y a Alisha, que amenazan con robarle todo el protagonismo a un Nathan cada vez más detestable y agobiante. De hecho, por mucho que insistan en convertirlo en el alma de la fiesta, al final resulta incapaz de protagonizar ningún momento memorable como los que encontramos en la temporada anterior. Además, alguna que otra crítica social sí que hay, sobre todo en los dos últimos capítulos, atreviéndose a meterse con el morbo televisivo y la religión cristiana. De una forma un tanto superficial e inofensiva, eso sí.

Resumiendo, sigue siendo una serie condenadamente divertida, pero esta vez que no resulta tan fascinante como lo era en la temporada anterior. Deja cierto sabor agridulce, por lo que fue y lo que ha acabado siendo, aunque sigue enganchando y deja con ganas de más, que no es poco.

domingo, 19 de junio de 2011

Misfits - Primera Temporada

Os ha hecho creer que así es cómo debéis ser. ¡Pero no es verdad! ¡Somos jóvenes! ¡Se supone que debemos beber mucho, portarnos mal y follar hasta que se nos revienten los sesos! Estamos hechos para la fiesta. ¡Es así! Si, algunos tendremos sobredosis o nos volveremos locos, pero Charles Darwin dijo, “No puedes hacer una tortilla sin romper unos cuantos huevos”. Y de eso va todo esto: De romper huevos. Y por huevos, me refiero a tomarnos un cóctel de primera. [...] Lo teníamos todo, ¡la jodimos más y mejor que cualquier otra generación! ¡Éramos tan hermosos!


Nathan Young. Misfits Primera Temporada Capítulo 6.

Lo cierto es que ese excelente monólogo, fuera de contexto, tiene la mitad de la fuerza que posee en boca del genial Robert Sheehan, que interpreta al repelente y a la vez entrañable Nathan. Mucho se ha hablado de Misfits desde que se estrenó su primera temporada. Muchos la califican como un retrato fidedigno de la generación actual: despreocupada, hilarante, irresponsable, violenta, desinhibida, amoral, ambigua, inmadura... Todo un compendio de calificaciones negativas que, sin embargo, en esta serie se presentan como algo positivo, genuino e incluso recomendable si se quiere ser alguien único y con personalidad. En extensión, todos esos adjetivos hacen justicia al carácter general de esta temporada.

La premisa no puede ser más sencilla: cinco jóvenes obligados a realizar servicios comunitarios tras realizar delitos varios son alcanzados por un rayo que les concede diversos poderes. Sin más.

No necesita de más explicación, simplemente la tormenta que lanza dichos rayos crea estragos por toda la ciudad, por lo que nuestros poco modestos protagonistas no son los únicos cuya genética se ve removida de arriba a abajo. Pero serán quienes lleven el hilo conductor de esta primera temporada, en donde veremos a lo largo de sus seis capítulos cómo unas personas tan dispares sobrellevarán esas habilidades tan especiales en su día a día. Y no, por tener poderes no se disfrazan, ni deciden hacerse justicieros ni tampoco villanos. Como cualquier persona de a pie, lo único que hacen es sobrevivir y llevar sus vidas del mejor modo posible, y esto es intentando pasar desapercibidos y arreglando los desaguisados que ellos mismos cometen sin desearlo, ya que no todos los poderes serán tan fáciles de controlar. Jamás verás una forma mejor de representar lo que haría alguien con poderes similares a los que vemos en estos seis capítulos.

Por ello, esto no se parece a Héroes, ni a X-men, ni a nada del estilo. Es una serie políticamente incorrecta con montones de escenas subidas de tono, con todas las características que la permiten poseer, sin ningún tipo de vergüenza, todos los adjetivos enumerados en el segundo párrafo de esta misma reseña. Gracias a esto, estamos ante una rara avis de la televisión, que se apoya en unos personajes sorprendentemente carismáticos, antihéroes absolutos que caen bien pese a su falta de respeto hacia el mundo. Son la fórmula perfecta: los típicos perdedores que prácticamente se enorgullecen de serlo, que no están en una situación mejor porque quieren, porque no precisan de mucho más de lo que ya tienen. Son vulnerables, emocionales y hasta se equivocan continuamente. Como tú, como yo o cualquier joven de todas las generaciones, unos más y otros menos, pero imperfectos al fin y al cabo. No es raro pues que digan que se trata de un fiel retrato de la juventud actual.

Pero dejémonos de buscar moralejas, frases intelectuales o la dichosa doble lectura de rigor. Si Misfists es genial, si destaca o mola es por una razón más que simple: ¡es jodidamente divertida, hostias!

viernes, 17 de junio de 2011

Marvel Héroes: Daredevil - El diablo en el infierno

Mucho tiempo llevaba sin llevarme a la boca alguna excelencia protagonizada por el llamado cariñosamente "cuernecitos" de la Cocina del Infierno. Concretamente, desde la primera saga de Brubaker en la colección regular, desde entonces como mucho he leído alguna saga notable, pero eran las que menos entre tanto número pasable o flojo, con un tratamiento de Matt Murdock bastante lamentable. Por desgracia, la etapa de Diggle, tan esperada como vilipendiada ha sido (con motivo) después, ha hecho que todo lo anterior sepa a gloria, ante el abismo de mediocridad en el que se ha sumido el personaje con su primer evento, recién publicado en España, en toda la historia de su publicación. Por eso, cuando Panini confirmó que uno de los tomos de su línea Marvel Héroes iba a ser precisamente material de Nocenti y Romita Jr. en Daredevil, a muchos se nos puso la piel de gallina de la emoción: por fin iba a ser publicada esta célebre etapa en en este país, aunque solo fuera parcialmente. Por eso, tras leer el tomo, solo tengo un defecto que resaltar: quiero todo lo demás.

Hay ocasiones en las que el material antiguo decepciona a los lectores acostumbrados a leer (muchos) cómics de otras épocas. Esto se debe también a que estos lectores poseen, en mayor o menor medida, una visión poco nostálgica de dichas etapas laureadas precisamente por gente que se inició con ellas. Por ello, existía cierto temor a la hora de enfrentarse a la lectura de este tomo, ya que un servidor tiene un concepto de Daredevil que está ligado a lo urbano, al conocido barrio de Nueva York, a la abogacía y al Murdock serio pero infatigable. 

Nocenti, en estos números, presenta un superhéroe que ya está abatido y vencido (no obstante, comienzan justo después de todos los sucesos relacionados con Kingpin y María Tifoidea), aunque se niega a rendirse y permanece luchador, decidido a abandonar su ciudad natal para realizar un recorrido en busca de su tranquilidad emocional y espiritual. Por el camino, no solo será partícipe de situaciones de distintos niveles de complejidad, como puede ser un simple enfrentamiento contra un par de mutantes conocidos, la lucha contra un demonio externo como el insistente Mefisto o buscar la manera de disculpar a un villano que deja a su hijo en una situación difícil sin que este se resista lo más mínimo; sino que también es capaz de involucrarse a modo de espectador en temas tan polémicos como puede ser el desagradable trato que ejercemos sobre los animales cuya carne compramos habitualmente o la violencia de género.

Y es que Nocenti utiliza la colección no solo para realizar un tratamiento digno de su protagonista y su entorno, sino que también se preocupa por ofrecer varios niveles de lectura para que el lector aprenda algo con las historias que se cuentan, sin emplear nunca una moralina barata que suene a adoctrinamiento. Lo que hace la escritora es algo más especial: ofrecer su visión del mundo con una sensibilidad única, sacando a la luz sus preocupaciones y, con ello, mostrando unas historias sobre un superhéroe bastante atípicas y personales, con una enorme cantidad de denuncia social. Si a todo esto sumamos un excelentísimo dibujo de John Romita Jr. en estado de gracia, que es detallista y expresivo hasta lo apabullante, vemos que nos encontramos ante una obra irrepetible, de las que ofrece una lectura interesante e intrigante, sobre todo porque es difícil adivinar de qué irá la siguiente historia.

Por lo tanto, estamos ante un tomo que no decepciona, un cómic de superhéroes único y diferente, que plantea cuestiones y situaciones de la vida real que no se dedica a seguir los pasos de un esquema prefijado. Es una muestra de que Ann Nocenti jamás fue una guionista al uso, sino una escritora con inquietudes que, con estos números, no hace más que dejarnos con ganas de más. Panini, ¿para cuándo el resto?

miércoles, 15 de junio de 2011

Daredevil - Tierra de Sombras

Echo de menos la excelente racha con la que contaba uno de mis personajes favoritos de Marvel: Daredevil, que jamás en España tuvo una colección regular en grapa que durara tantísimos números. Esto se debe gracias a su periplo en el sello Marvel Knights, donde le escribirían unos autores de lo más interesantes, como el prolífico Kevin Smith, David Mack, Brian Michael Bendis y Ed Brubaker. No cabe duda de que, durante mucho tiempo, esta serie ha sido una de las más mimadas de la editorial. Por ello, aunque muchos quedamos muy decepcionados con el último de los guionistas citados anteriormente, esperábamos muy esperanzados la llegada del escritor de los Perdedores: Andy Diggle, que parecía venir para ofrecer ideas renovadas a una serie que empezaba a ser algo repetitiva y redundante en cuanto a dramatizar en exceso las desgracias de su cada vez más hundido protagonista. Parecía que, con esta nueva etapa, íbamos a conocer derroteros distintos, que Matt iba a coger un poco más de esa fuerza y carácter perdidos, que su plantel de secundarios iba a sufrir un revés... Pero lo cierto es que al final todo quedó en nada. Todo el trabajo que ha realizado se puede leer en solo dos tomos que Panini ha dejado a nuestra disposición: La mano del diablo y, el que nos ocupa, Tierra de Sombras. Y la verdad, el resultado no puede ser más decepcionante.

Aunque, todo sea dicho, no se le puede echar toda la culpa al pobre desgraciado a quien le ha tocado organizar todo este tinglado. Y es que Diggle jamás tuvo oportunidad de realizar nada propio en la colección, y desde luego no era el tipo más indicado para afrontar este enorme barullo. El propio Brubaker ya se ocupó de dejar su etapa con una premisa difícil: Matt Murdock como dirigente de la Mano. Así, solo quedaba que el siguiente guionista se las apañara para sacarlo de esa situación sin que quedara forzado o sin que se viniera abajo todo el desarrollo mostrado en la etapa anterior, una papeleta ciertamente difícil. Más complicado todavía si encima viene el editor ocurrente de turno (nótese el sarcasmo) y te dice: -"Ey, esto tiene potencial, ¡hagamos un crossover, el primer evento de Daredevil!" De esa forma, ya se arma la gorda, porque ahora el guionista ya no solo debe preparar todo este maremágnum, sino que para colmo tiene que lidiar con montones de personajes secundarios que deben pasearse por la saga de marras solo porque de alguna manera hay que incrustarlos para subir ventas, por mucho que no aporten absolutamente nada en la trama. Como es el caso de Punisher, Lobezno, Caballero Luna o el Motorista Fantasma, que se pasean solo para saludar y dar un par de hostias infructuosas. Al final, como ha podido comprobarse, el proyecto le vino demasiado grande al pobre Diggle.

Esto se nota especialmente porque la trama tiene un desarrollo muy caótico, lo cual tiene delito si tenemos en cuenta que es demasiado simple para lo que podría haber sido, reduciéndose todo a una posesión y un solo escenario, que es el que da nombre al evento: Tierra de Sombras. Todo gira alrededor de ese lugar y la Cocina del Infierno, más caótica que nunca, con todos los personajes de la colección queriendo hacer algo cuando realmente solo tres hacían falta para resolver el que puede ser el milésimo intento torpe de la Mano por hacer... algo. Que menudos planes más risibles tienen estos para supuestamente dejar el mundo totalmente yermo. Si al menos contáramos con dibujantes a la altura, podríamos darnos con un canto en los dientes, ya que la historia, aunque muy mejorable, por lo menos se deja leer. Pero por desgracia ni en eso quedamos satisfechos. Billy Tan está más torpe que nunca, y esa evolución que se le adivinaba en aquellos números de Patrulla-X con Brubaker aquí ha desaparecido por completo, pues la tosquedad del dibujante ha regresado y en algunas páginas hace estragos. Roberto de la Torre, aunque bastante mejor por lo adecuado que resulta su estilo, muestra unas páginas muy deficientes por culpa de unos fondos en donde el píxel y la fotografía trucada vilmente destacan como alfileres en los ojos. Pero al menos posee una narrativa y un dibujo superiores, sobre todo en expresividad y encuadres.

En realidad no es tan mal cómic, pero aunque la edición de Panini sea más que decente y tenga un precio ajustado (11 números, entre los de la miniserie del evento y la serie regular de Daredevil muy bien ordenados entre sí, a 25 euros), no es fácil soltar lo que cuesta de una tacada, sobre todo para encontrarse un resultado tan pobre. Podría ser peor, pero no deja de ser lo más flojo que se puede leer del cuernecitos desde hace mucho. Qué decepción, Diggle.

domingo, 12 de junio de 2011

Marvel Héroes: Patrulla-X - Graduación

Antes que nada, me gustaría aclarar que soy algo blasfemo con los clásicos. Es decir, los mido por el mismo rasero que los cómics modernos, esto hace que no sea demasiado justo con los primeros, ya que lo que funcionaba en una época puede no funcionar ahora, por lo que normalmente se suele recomendar hacer balance para averiguar si la obra era adelantada o no a su tiempo en comparación a lo que había entonces. Esto si se quiere obtener un juicio lo más objetivo posible, claro. Pero por desgracia, por mucho que algo fuera significativo en un momento, si no consigue superar el paso del tiempo, para mí no merece tanta consideración. Y ese problema lo tengo desgraciadamente con Roy Thomas, un guionista que escriba donde escriba jamás consigue gustarme. Sus ideas son muy buenas, pero el desarrollo de las mismas y sus diálogos me parecen muy arcaicos, incluso para su tiempo. Stan Lee, siendo anterior a él, logra convencerme mucho más en la mayoría de sus obras, por lo que tampoco es un prejuicio general hacia un modo de narrar que ya no se emplea, mayoritariamente, en la actualidad. Sabiendo esto, supongo que entenderéis mejor por qué no tengo en mayor consideración esta etapa de los X-men clásicos.

Lo que encuentro en estas páginas de Thomas y Neal Adams es épica en estado puro, pero también "épica por la épica", que al final acaba agobiando porque no dan ni un solo respiro. De hecho, la etapa ya comienza con una situación peliaguda y un villano de gran poder atacando al grupo en un paraje inhóspito. Inmediatamente después, el grupo sufre el ataque de los centinelas, más peligrosos que nunca y en manos de un nuevo dirigente con cierto secreto perjudicial para él mismo. Unas páginas de calma llegan por fin con el ataque de Saurón (no confundir con el de Tolkien), que acaba en tragedia, al más puro estilo de las viejas historias de terror dramáticas. Posteriormente, llegamos al reencuentro con un viejo villano en Tierra Salvaje que deja en jaque a la Patrulla, para después asistir al ataque de los pérfidos Z, Nox, el japonés Fuego Solar hace acto de presencia y finalmente vemos a la Patrulla contra Hulk.

No se puede decir que las tramas no sean variadas o interesantes, en ese sentido Thomas lo bordó: cogió lo que funcionaba, lo que no y lo mejoró, dándole a la serie una mayor entidad de la que poseía en números anteriores. Cierto es que eso tampoco es mucho decir, ya que diciéndolo claramente: Uncanny X-men antes esta etapa es un despropósito. Pero eso no quita el mérito de estos autores a la hora de dar solidez e interés a una serie que parecía acabada. De toda la etapa (o de todo el tomo), la mejor saga es, sin duda, la de los Centinelas, que luego "copiaría" Claremont a su manera con el nuevo grupo de mutantes. La historia de Saurón también es digna de mención, así como la invasión de los Z, Nox, que ya es todo un clásico. Sin embargo, el desarrollo oscila entre lo pasable y lo ramplón. Esto se debe a un tratamiento de las historias por momentos excesivamente teatral, con unos diálogos irreales, dramáticos y artificiales que suenan falsos en boca de unos personajes continuamente exaltados.

Sin ir más lejos, el propio Bobby Drake se pasea a lo largo de todo el tomo quejándose por no tener a Lorna en sus brazos (lo que acaba siendo irrisorio hasta para la época), Ángel se deja capturar una y otra vez tras el monólogo justiciero de rigor (contad las veces que grita eso de "¡esto no lo permitirá... el Ángel Vengador!" y veréis que acaba siendo un personaje ingenuamente plasta) y Bestia con el comentario sarcástico siempre preparado, sin mostrar ninguna genialidad más allá de su verborrea. Todo esto con una grandilocuencia pretenciosa que acaba sacando de la historia, más que ayudar a hacerla entretenida. No creo que el dibujo de Adams ayude mucho a todo esto, ya que pese a su dinamismo, su genialísima composición de página y su ejemplar estudio de anatomía y escorzos, consigue que sus personajes parezcan todos iguales por sus sobreactuaciones, siempre excesivas, siempre con los mismos gestos sobresaltados, apuntando a todas partes y corriendo a toda velocidad. ¡No hay término medio!

Por lo tanto, estamos ante una etapa más que digna, que se ha ganado la fama que posee pero que no deja de tener ciertos excesos de sus autores que la hace menos disfrutable a ojos de los pocos que no estamos acostumbrados. Recomendable para fans de los X-men, pero para aquellos que busquen algo que leer tras la inminente película... mejor recomendar otras obras más accesibles y cercanas al filme de Vaughn.

domingo, 5 de junio de 2011

X-men Primera Generación

Es cierto que la primera superproducción de Marvel en los cines fue la película de Blade, pero nadie puede negar que el verdadero impulsor del género superheróico en la gran pantalla lo dirigió Bryan Singer con su primera adaptación de los mutantes. Estos filmes que beben de los personajes de las viñetas, que ya han demostrado no ser una moda sino algo que ha llegado para quedarse, han ido sucediéndose a lo largo de la década pasada, con mayor o menor fortuna. Pero lo cierto es que pese a ser los impulsores, los mutantes empezaban a mostrar signos de agotamiento y decadencia en sus últimas películas. Habiendo alcanzado el culmen con X-men 2, parecía que con la ida de Singer en la dirección no iban a poder levantar cabeza, Brett Ratner y Gavin Hood fracasaron, en términos de calidad que no de recaudación, a la hora de realizar sus propias apuestas con la tercera entrega de la saga original y Lobezno Orígenes, respectivamente. Por ello, cuando decidieron relanzar la franquicia con Matthew Vaughn, muchos estábamos con la mosca tras la oreja, especialmente tras recibir noticias de una sinopsis que mostraba una premisa un tanto extraña, con una formación aún más impopular y un reparto un tanto arriesgado en cuanto a popularidad. Se trata, sin duda, de un proyecto que nadie había pedido.

No obstante, nadie imaginó que fueran a realizar una película de los X-men relatando los orígenes del equipo con un Sebastian Shaw interpretado por Kevin Bacon inmerso en plena Guerra Fría entre EEUU y la Unión Soviética en los años 60, con los misiles nucleares de por medio y una guerra a punto de estallar en la que los mutantes toman un papel protagonista. De hecho, en algunos momentos recogen retazos de historia auténtica de forma que hacen aún más convincente el argumento, con los pies en tierra y con una veracidad heredera de las entregas de Singer, con mucho politiqueo de fondo. Se trata de una premisa arriesgada, pero muy interesante, que bien tratada ofrece un punto de partida con muchas posibilidades que, por suerte, ni el director ni guionistas han decidido dejar escapar. Lo más loable es que, con todo esto, se las apañan para realizar la película más fiel al espíritu (que no a la historia de sus personajes) del cómic realizada hasta el momento, con varios de los elementos más populares de este grupo de superhéroes, a saber: las entidades contrapuestas de Xavier y Magneto maravillosamente desarrolladas, la búsqueda de los integrantes del equipo al más puro estilo del famoso Giant-Sized, el entrenamiento de todos ellos, la explicación de por qué es necesaria una escuela clandestina y la batalla campal contra los enemigos del momento.

Todo esto a un ritmo vertiginoso que recuerda a las mejores películas de James Bond, preocupándose por otorgar tridimensionalidad a casi todos los personajes, incluso destacando a varios de los secundarios. Todos tienen su parte del pastel, sus minutos de gloria, incluso los más prescindibles. Solo un par de villanos de Shaw podrían considerarse vacíos de contenido, lo cual es mucho decir si tenemos en cuenta lo numeroso que es el reparto. Los más destacables acaban siendo, no solo los perfectos Charles y Erik que interpretan McAvoy y Fassbender respectivamente, sino también el carismático grupo de jóvenes X-men y, sobre todo, una Raven Darkholme inesperadamente importante. Tanto ella como el futuro Magneto son de lo más sobresaliente del filme, sobre todo por la intensidad que muestra el primero en sus momentos de ira y venganza, que es donde más sorprende por su convicción y naturalidad, llegando a convertirse en el epicentro de la cinta. Vaughn maneja todos los elementos con gran inteligencia y muy buena mano, deslumbrando incluso a los más reticentes con grandes dosis de acción, humor y unos diálogos que lejos de entorpecer no hacen más que perfilar a unos personajes que están muy lejos de resultar planos o tópicos. Solo pueden achacarse ciertos errores en cuanto a la continuidad de la saga, que curiosamente parecen invalidar las películas que no ha dirigido o producido Singer. ¿Casualidad o algo premeditado? No importa, porque ello no es capaz de echar abajo a la que puede considerarse como la película de los mutantes más redonda hasta el momento.

Supongo que es irónico, porque con esta película todos los fans de la trilogía original habremos llegado a la misma conclusión: ojalá aquel marido de Claudia Schiffer, que tantísimo criticamos en su momento, hubiese dirigido la tercera parte de la saga. Nunca es tarde si la dicha es buena, pero no deja de ser toda una lección para todos aquellos que jamás quisimos darle una oportunidad.