jueves, 15 de diciembre de 2011

Crematorio


Seamos honestos, si comparamos la producción audiovisual televisiva española con la que nos podemos encontrar fuera de nuestras fronteras, realizando un exhaustivo y concienzudo análisis, podemos no solo preocuparnos, sino ya derrumbarnos por el enorme abismo de calidad que nos separa. Dicho de otra manera: en España es muy difícil ver una serie de producción propia que pueda equipararse a las grandes de las series norteamericanas. Podemos poner muchas excusas: no manejamos el mismo presupuesto, no tenemos la misma cantera de actores, no trabajamos con el mismo sistema, hacemos las cosas de otra manera... Y sí, muchas serán ciertas, pero al final lo que cuenta es que los canales, simplemente, suelen apostar más por el gancho comercial que por el mimo de la serie en sí. Grandes ejemplos podemos encontrar en nuestra parrilla televisiva diaria, con alguna loable excepción que, sin embargo, no alcanza ni en broma los niveles de lo que nos llega desde otros países. 

Decir que, por fin, "nuestras plegarias han sido escuchadas" es un tópico recurrente que pocas veces hace justicia a la realidad. Pero en este caso, se ajusta como un guante a las sensaciones que nos transmite el visionado de este, llamémosle, milagro. Basada en la novela del mismo nombre, escrita por Rafael Chirbes (por si a alguien le interesa buscarla), Crematorio consta de 8 episodios de 50 minutos cada uno, con un estilo tan cercano al de las series de HBO que casi traspasa la línea de la inspiración y la "copia". Pero que nadie se espante, viendo esta serie nadie se va a encontrar con un calco mal hecho de Los Soprano o The Wire. Todo lo contrario, ya que los realizadores de la misma han tenido el buen gusto de coger todos los elementos que funcionan en las producciones de la muy célebre cadena norteamericana y se los han llevado a su terreno, consiguiendo así un producto que posee personalidad propia, pese a ser deudor de esquemas ya establecidos. 


Por eso, esta gran película de ocho horas, protagonizada por un inigualable José Sancho, sorprende y cautiva por igual. Critica con todo lujo de detalles la situación que estamos sufriendo en nuestras costas, con la especulación del ladrillo y la corrupción que ya casi podemos considerar la rutina diaria de nuestros periódicos más populares. Es inevitable pensar en los partidos políticos mayoritarios de nuestro país, en proyectos tan polémicos como el de Marina D´Or o el aeropuerto de Castellón, el caso Gürtel... todo está ahí. Encubierto con la ficción, pero fácil de relacionar. Crematorio sorprende porque es muy real pese a estar ambientada en una ciudad imaginaria como es Misent, trata de personajes muy similares a los que encontramos en las noticias de la televisión, de gente que simplemente no puede detenerse, que siempre "quiere más". Todo ello siempre desde la perspectiva de los "malos", con muchos toques de gris y "humanizando a la bestia". Como ya he comentado, los guionistas supieron coger todo lo que funciona en series norteamericanas sobre la corrupción y han sabido trasladarlo a nuestras fronteras, de una forma que se siente tan cercano que "duele". No se te quita el sentimiento de incomodidad en todo momento, pese a que empatizas con esos hijos de la gran puta (calificativo que incluso se aplican a sí mismos). 

Con un guión tan interesante, atractivo y tan bien desarrollado como el que nos encontramos, solo faltaban unos diálogos a la altura para adecentarlo. Y por suerte, eso es lo que nos encontramos, especialmente los de Rubén Bertomeu, de la boca del ya mencionado José Sancho. Lo que nos lleva a los actores, que cumplen de sobra con lo que se espera de ellos, sin encontrarnos con las aberraciones que normalmente vemos en los canales de nuestra TDT. Mucho se ha hablado ya de la interpretación del protagonista, pero poca justicia se hace a la hora de comentar al trío de actrices que son capaces de cautivarnos en más de una escena. Alicia Borrachero (Silvia, la hija de Rubén), Aura Garrido (Mirian, la nieta) y Juana Acosta (Mónica, la amante) merecen los mismos elogios. Están fantásticas, cada cual en su papel, creíbles y tridimensionales, especialmente la primera, que consigue dar una imagen de mujer fuerte que no se achanta ante nada, una auténtica Bertomeu que hace justicia a su propio padre, pese a no comulgar con sus ideas.

Le ha faltado poco para ser tan excelente como las obras a las que intenta imitar a su manera. Esa "chispa" de innovación que pueda hacerla única e incomparable. Pero "al César lo que es del César", al acercarse a ese nivel consigue superar con creces lo que normalmente nos encontramos en nuestra producción televisiva nacional. Crematorio es, sin duda, una de las mejores series que ha dado España y todo un ejemplo a seguir. Engancha y no te suelta hasta el último minuto, convirtiéndose en una atractiva película de mafias ambientada en España. Como dice el implacable Traian en la serie: "quiero más".

viernes, 9 de diciembre de 2011

Los Soprano - Temporada 6

Resulta complicado realizar reseñas de cada una de las temporadas de una serie, sobre todo si ésta ha sido siempre tan coherente consigo misma. Esto se debe a que suele presentar las mismas virtudes en todos los capítulos, ensalzando en cada momento un tema distinto, aunque todos sean constantes. Cuando me enfrenté por primera vez al primer episodio, reconozco que esperaba encontrar una especie de "El Padrino", con los temas clásicos más recurrentes: traiciones, honor, asesinatos, negocios que se cruzan con los sentimientos... Y encontré todo eso, sí, pero casi me atrevería a decir que en un segundo e incluso tercer plano la mayoría de las veces. Con todas las temporadas vistas, podemos confirmar que la serie va de mucho más que eso. Trasciende de los tópicos para ofrecer un análisis muy concienzudo de lo que supone ser un criminal y las razones por las que te conviertes en ello, al menos si eres italoamericano y descendiente de ciertas familias, con la presión que ello conlleva. 

Todo desde un enfoque muy costumbrista, la serie nunca parece contar nada concreto, es como ver la vida pasar. Una especie de "gran hermano" que enfoca a personajes muy interesantes con los que, irónicamente, te implicas emocionalmente. Y más en esta temporada, centrada en un tema muy trascendental y complicado de tratar, sobre todo en este formato: la muerte. 

Sin duda era el momento perfecto para profundizar en dicho tema, y el mejor arranque posible lo tenemos en las consecuencias que pudimos ver en la temporada anterior, con cierto personaje en el hospital, luchando por su vida. Es el momento adecuado, también, para mostrar todo tipo de momentos oníricos, y de comprobar la deliciosa ironía de cómo unos asesinos pueden valorar la vida como el que más, con las mismas preocupaciones que cualquier hijo de vecino. Gente normal, como tú y yo, hasta que comprobamos la hipocresía de sus acciones, algo que ya pudimos presenciar desde el inicio. De hecho, Tony es quizá el personaje más contradictorio de todos, pese a no ser precisamente el peor, aunque quizá tengamos esa percepción por seguir sus vivencias desde su propia perspectiva. En todo caso, lo amoral de todo este plantel de "cabrones" ha sido siempre el tema principal de la serie, solo que ahora viene acompañado de reflexiones sobre la herencia que dejamos, lo que hacemos con nuestro tiempo, lo que ocurre cuando no estamos y lo que hay detrás del inevitable final. Unas reflexiones que, dicho sea de paso, son capaces de sobrecoger a más de uno, por lo deprimentes que resultan. 

Pero si hay algo que ha resultado un tanto polémico eso es precisamente el episodio final. ¿Qué desenlace se le puede dar a una serie que jamás ha tenido un hilo argumental claro? Es decir, no es que conduzca a la resolución de un misterio o a un clímax deseado. Cierto es que casi todas las tramas quedan cerradas, pero muchas otras quedan abiertas, especialmente la extraña situación en la que dejamos a la familia Soprano. El corte en negro más brusco que hayáis podido ver jamás, con una última mirada del patriarca que no esclarece nada en absoluto. Con tantos minutos dedicados a la muerte y tantas explicaciones de cómo nunca la ves venir, da la impresión de que podría tratarse de una representación onírica del asesinato de toda la familia, pero lo cierto es que por mucho que existan algunos elementos que dejen constancia de ello, nunca lo dejan lo suficientemente claro, por lo que queda libre de interpretaciones. Esto puede ser un tanto frustrante para algunos, pero lejos de ser un defecto o un inconveniente, solo hace más interesante y atractiva a una serie que se ha caracterizado siempre por ser arriesgada y atípica. El broche de oro perfecto que nos deja con ganas de más, pese a habernos presentado una última temporada con casi el doble de episodios de lo acostumbrado. Los cuales posiblemente sean más de lo que deberían, ya que por el ecuador empieza a cansar tanta introspección en los personajes, especialmente bajo un enfoque tan funesto. 

Pero de lo que no cabe duda es de que es una serie única, diferente y muy esclarecedora en según qué temas. Resulta recomendable especialmente porque cuenta más cosas de lo que parece a simple vista, y sobre todo porque los personajes merecen ser seguidos. Paulie, Silvio, Johnny, Christopher, Carmela, Meadow, Anthony, Phil, Tony... entre funerales, fiestas, reuniones, visitas, celebraciones... se convierten en gente muy cercana, pero jamás sin esconder lo que realmente son, y aún así nunca les deseas lo peor. Por eso y por mucho más, los Soprano debería ser de visionado obligado.