viernes, 30 de julio de 2010

True Blood - Primera Temporada (Las macabras aventuras de Sookie y sus escabrosos amigos)

Animado por las críticas de varios colegas, me decidí a ver esta serie de vampiros que parece querer darle una estocada a la saga de Crepúsculo, a juzgar por varios elementos que tiene en común con la susodicha.

Lo cierto es que el punto de partida es, a priori, poco atractivo: La historia va de como Sookie, una chica con habilidades especiales un tanto peculiares, se enamora de un vampiro que pasa a vivir en su pequeño pueblo llamado Bon Temps. En el momento en que hace acto de presencia, comienza una serie de asesinatos en donde el hermano de la protagonista, Jason Steakhouse, se encuentra involucrado sin desearlo, hasta el punto de ser el principal sospechoso.

Una historia de romance entre un vampiro y una humana (aunque ésta sea algo peculiar) no es algo nuevo en los tiempos que corren, y no me refiero sólo por el éxito de la famosa saga de Stephanie Meyer. Situaciones semejantes hemos podido ver en Entrevista con el Vampiro, el Drácula de Francis Ford Coppola o incluso en la famosa Déjame Entrar. Lo realmente interesante  de True Blood no se encuentra en la superficie, aunque la relación amorosa esté muy bien desarrollada (evitaré hacer comparaciones, pero digamos que esta sí es una manera de reflejar una historia romántica sobrenatural sin mojigatería de ningún tipo) y la trama de los asesinatos sea interesante, lo realmente genial de la serie se encuentra en sus propios personajes y en todos los casos reales que se tratan entre tanto elemento fantástico. De hecho, los vampiros son aceptados por una sociedad que les brinda la oportunidad de tomar sangre artificial embotellada bajo la marca de Tru·Blood.

Que esa es otra, la serie es asombrosa tratando vampiros y seres fantásticos a tutiplén sin despeinarse ni perder credibilidad alguna. Todo resulta muy natural y atractivo, aparte de que muchos de los temas que se tratan sobre los chupasangres hacen alusión a las drogas, a la religión, a la manipulación, a la hipocresía, a la marginación, al racismo, al alcoholismo... La mano de Allan Ball está presente en cada línea de diálogo. Es pasmosa la cantidad de temas que se tratan en tan pocos capítulos y además de una forma muy acertada, sin intentar concienciar al espectador, tan sólo reflejando actitudes y desarrollando a los personajes. Esa ambigüedad es de lo mejor de esta temporada, los vampiros pueden ser despiadados, pero también nobles, tanto como los mismos humanos, los cuales si son cazavampiros son, indudablemente, malvados. Además, por si todo esto fuera poco, los actores están perfectos en sus respectivos papeles y los diálogos no resultan nada forzados. Si a todo esto sumamos unos efectos especiales más que destacables, censura de ningún tipo y una ambientación aceptable, podríamos decir que estamos ante la serie perfecta.

Pero no todo es tan perfecto, al menos en esta primera temporada. Tarda un poco en tomar interés y hasta el capítulo tres o cuatro no empieza realmente a destacar. Por otro lado, la trama de los asesinatos, aunque empieza fuerte, acaba diluyéndose un poco, hasta resultar algo sencilla en su ejecución, ya que no está a la altura de lo que uno podría esperar, pese a atarlo todo de una forma coherente. Dos fallos que se unen a la decepción que supone ver esta serie tras contemplar la otra obra de Allan Ball: A 2 metros bajo tierra, que es mucho más redonda que esta y con la que mantiene muchos puntos en común. Pese a todo, esta temporada es bastante recomendable, especialmente para fans de los vampiros que quieran ver una nueva vuelta de tuerca tan atractiva como interesante.

jueves, 22 de julio de 2010

Toy Story 3 - Pixar lo consigue otra vez

Desde Los Increíbles (sí, incluyendo a la menospreciada Cars) Pixar posee una racha realizando largometrajes animados que raya el sobresaliente y alcanza lo sublime en películas como Wall.E o Ratatouille, probablemente dos de las más originales, sobrecogedoras y atípicas que hayan realizado jamás. Pero lo cierto es que la compañía ya realizó dos grandes trabajos con las dos entregas que nos dejaron de Toy Story. Quizá sean más "ligeras" y simpáticas, sin la profundidad de las últimas joyas que nos han dejado, pero no cabe duda de que quedaron en el recuerdo del espectador. Cuando dijeron que pensaban realizar una tercera parte, algunos temimos una caída de calidad, o al menos un trabajo correcto pero meramente alimenticio, sin la maravilla de la que últimamente nos tienen tan acostumbrados.

Hay veces en las que me alegro de estar muy equivocado.

Para empezar, el filme es un prodigio del ritmo. No decae en ningún momento, no da respiro y da la impresión de que cualquier cosa que se muestre, cualquier diálogo y cualquier situación es importante. Desde la primer escena, todo es trascendente para los muñecos protagonistas: Andy se ha hecho mayor, ya no juega tanto con ellos y, cuando la madre decide realizar una limpieza de su habitación, se comete un grave error y los muñecos, de una forma u otra, acaban llegando a una guardería que podría describirse como un terrorífico infierno. Con una propuesta tan sencilla, la historia desprende un ingenio envidiable en todos los minutos que dura el largometraje, tanto es el aprovechamiento de todos sus elementos que incluso parece hasta fácil hacer algo bueno con todos ellos. 

Logra combinar el drama, el humor, el suspense y la tensión con una maestría digna del mejor entretenimiento posible. Los personajes no sólo mantienen su esencia, sino que la exprimen al máximo. Todos están fantásticos, es fácil volver a cogerles cariño y ríes con ellos, sufres con ellos, deseas lo mismo que ellos y, sobre todo, formas parte de su universo en los minutos que dura la impresionante travesía, repleta de enormes momentos, personajes nuevos fantásticamente insertados (atentos a Ken y a cierto gran villano) e historias memorables. Además, por si todo esto fuera poco, el diseño de personajes y escenarios es fabuloso y la calidad técnica ha mejorado tanto que el mundo de los muñecos nunca ha sido tan real. Por no hablar de la expresión de los personajes, más vivos que nunca y con unas interpretaciones que ya quisieran muchos actores de carne y hueso.

Además, es fácil identificarse con Andy, ese amigo con el hemos crecido todos: En 1995 (año del estreno de Toy Story) muchos eramos tan niños como él. En 1999 (Toy Story 2) crecimos un poco. Y ahora, en 2010, muchos somos adultos, hemos crecido un poco más que Andy, pero Pixar aún es capaz de sacar al niño que tenemos dentro. Aún es capaz de hacer que nos importe más el destino de unos muñecos de lo que jamás pudo importarnos la muerte de un personaje real del celuloide. 

Eso, señores, es pura magia. Esta entrega hace que nos encontremos, muy probablemente, con la mejor trilogía de animación que se haya realizado jamás.

viernes, 9 de julio de 2010

Iron Man 2 - El Robocop del nuevo siglo

Hay casos en los que la objetividad es imposible de mantener en la opinión de un filme. Hay momentos en que, por mucho que sea uno consciente de los defectos y carencias de una determinada obra, pueden llegar a ser perdonados e incluso ignorados, no por querer tener la razón, sino porque el disfrute de la misma vale más que cualquier juicio meticuloso y analítico al que se pueda alcanzar. Iron Man, el primer filme de Favreau, es uno de esos casos, recibió numerosas críticas positivas, especialmente de un público encantado con las actuaciones de sus actores, sobre todo por Robert Downey Jr., completamente en su salsa como Tony Stark. Por ello, se esperaba mucho de esta secuela, siendo el reparto uno de los mayores alicientes, por no decir que las expectativas estaban ya muy altas desde los primeros trailers e imágenes.

Y la verdad, una vez vista, la película dista mucho de ser perfecta o de aprovechar todas sus posibilidades. Nuevamente, el villano principal está algo desaprovechado, algunos personajes podrían haber dado más de sí, la batalla final decepciona un poco y el ritmo decae por en medio. Sin embargo, como decía anteriormente, esos defectos acaban sepultados ante el cómputo global del filme, que roza el sobresaliente gracias a una fantástica mezcla de elementos y personalidad que hace que se convierta en una de las películas más divertidas, memorables y entretenidas que se puedan ver en la cartelera. Nuevamente, todo gracias a la fantástica combinación de ingredientes que ya brillaban con luz propia en la primera entrega. Los actores cumplen con creces su cometido: Robert Downey Jr. ES Tony Stark, Cheadle está mucho más creíble y carismático como Rohdes que Terrence en la precuela, Rourke y Rockwell cogen el listón de Bridges como los villanos de esta nueva entrega supliendo con creces su ausencia y Paltrow es la más sale perdiendo, no porque tenga que competir con una Johanson perfecta como Natasha, sino porque su personaje se vuelve un poco más histérico y hay momentos en los que parece más un recurso cómico que un elemento de gran importancia.

Pero es que además, la guinda del pastel la podemos encontrar en la presencia inequívoca de un universo compartido, en el que "todo puede ocurrir" y algo se está cociendo. Un sentido del espectáculo colosal en donde las armaduras y las armas de dos grandes empresas tecnológicas desfilan como si pudieran existir en el mundo real. Aparte, la manera de rodar algunas escenas como si estuviéramos viendo las noticias o un programa determinado hace que la inmersión sea absoluta, lo hace todo más creíble y magnético. Y por si todo esto fuera poco, las escenas de acción están rodadas como sólo los mejores directores del género saben: Son claras, concisas, no abusan de los efectos videocliperos con los que sufrimos ahora e, incluso, son creíbles y viscerales.

En definitiva, es todo lo que debe ser una secuela: Más y mejor. Probablemente el único filme en imagen real del año, por el momento, que permanece en mi memoria tras su visionado y todo un festín para cualquier aficionado de Marvel.

jueves, 8 de julio de 2010

Conan el Bárbaro - El poder del acero contra el poder de la carne

En ocasiones los prejuicios pueden llegar a ser un impedimento a la hora de descubrir una pequeña obra maestra. No he leído nada de Conan, ni las novelas ni la adaptación al cómic de Thomas o, posteriormente, Busiek (bueno, de este un par de cómics), lo único que conocía del personaje antes de ver este filme era la aberrante y aborrecible serie de animación que ni en mis años mozos lograba arrancarme una sonrisa. El caso es que han habido numerosos intentos de ver esta película, y todo porque pensaba que sería espectacularidad simple y desfasada. Hasta que, por fin, tras la lectura de ciertas críticas, me animé a verla entera dedicándole toda mi atención. Y la verdad, nunca en mi vida me he quedado más estupefacto.

Lo que parecía un filme de fantasía épica sin más se convirtió, prácticamente al instante, en una de esas joyas que hay que ver una y otra vez. No es sólo un relato de aventuras con el bueno de Arnold repartiendo estopa a diestro y siniestro, no, Conan el bárbaro es mucho más, es una crítica asombrosa contra la religión, el movimiento hippie y una oda hacia la fortaleza humana como pocas veces se ha visto. De hecho, irradia un feminismo que hace que quede ingenuo el de muchas películas actuales. En otras palabras, esta película de John Milius no enamora por sus combates, ni tan siquiera por sus escenarios o por su generosa dosis de violencia y sexo. No, es mucho más que eso, es poesía visual y jamás podría existir en estos tiempos que corren porque finiquita la trama de un modo un tanto inusual y repleto de simbología. Un modo que, hoy en día, sería boicoteado por los productores de turno, porque es lo menos comercial y fascinante que se haya visto nunca en el género. No es de extrañar, pues, que esta película desatara tantas pasiones y fuera artífice de numerosas (malas) copias en su momento.

Es, en definitiva, una rara avis del cine de aventuras que queda para el recuerdo gracias a su implacable propuesta, perfecto desarrollo y magnífica puesta en escena.

martes, 6 de julio de 2010

La peña, que sólo sabe generalizar

Es curioso ver cómo en cualquier foro relacionado con cómics, tv, cine o videojuegos, la gente generaliza que da gusto, con un fanatismo digno de un cristiano español en plena cruzada religiosa o de un aficionado futbolero en pleno final de liga. 

Marvel es mejor que DC, Perdidos es la mejor serie que jamás se haya estrenado, Death Note es el manga más profundo e inteligente que se ha escrito y dibujado jamás, el 80% de lo que Hollywood estrena al año es pura basura, las aventuras gráficas han muerto, los dibujos de antes sí que molaban... Cualquier cosa vale, especialmente si vas a contracorriente, y es que, reconozcámoslo, eso de decir lo contrario a lo que dicen las masas siempre es enormemente gratificante, especialmente si lo apoyas con una argumentación acertada. 

Que conste que de todo lo que comento, yo tampoco me libro.

Sin embargo, me gustaría que pensáramos, por un momento, en lo que predomina normalmente por Internet. Como seres bipolares que somos, de ideas fijas y provenientes de un país de decisiones tajantes, este espacio de información resulta perjudicial para nosotros en el primer momento en que empezamos a tomar partido en determinadas cuestiones y a tomarnos muy en serio nuestro criterio, ensalzándolo como objetivo y correcto. Eso es algo que, por desgracia, se ve mucho, casi tanto como las enormes generalizaciones.

Una de las que más destaca es la de los autores: Fulanito es una mierda, escriba lo que escriba. Menganito es un incompetente, un chulito y un prepotente. Perenganito y zutanito ya no son lo que eran y están acabados. Y un largo etcétera. ¿No os suena? Es pan nuestro de cada día, nadie se libra, nos gusta encasillarlo todo en cómodas palabras para que todo nos resulte más sencillo y nuestras posturas queden bien claras.

Sin embargo, creo que es una pose peligrosa que cada vez se está extendiendo más y más. Es inevitable, ciertamente, tomar posición, es lo que aporta interés y diversión en cualquier debate digno. Pero el problema es que hay niveles, y estoy comprobando que, cada vez más, se van creando una serie de grupos que parece que piensen al unísono y compartan las mismas opiniones como si no pudieran existir otras. No digo todo esto a modo de crítica, porque yo también entro en el saco y me lo estoy planteando cada vez más.

Por poner un ejemplo, hay autores que hagan lo que hagan y por mucho que cambien y esté clarísima la evolución de los susodichos, siguen recolectando las mismas críticas que hace una década. Lo mismo pasa con el cine, ¿cuánto hace que es una mierda sin discusión? ¿cuánto tiempo lleva muerto el género de la aventura gráfica? ¿cuántas veces hemos vuelto ya a los años noventa en cuanto al tono de los cómics de superhéroes actuales? ¿cuánto tiempo debe pasar para que Dragon Ball deje de ser el mejor manga que jamás se haya editado? 

¿No es para hacérnoslo mirar? ¿Tan estáticos somos? No es malo cambiar de opinión, no es malo romper una pose si realmente has reflexionado sobre el tema y te has dado cuenta de algo tras haber visto, jugado o leído otras cosas. No creo que ser tan cerrado de mente haga un favor a nadie, es importante que sepamos escuchar y después saber responder sin intentar ponernos por encima de nadie. Sugiero, en otras palabras, que se recuperen los matices (esto es malo/bueno, pero...) en cualquier conversación sobre algo, por favor.

lunes, 5 de julio de 2010

Robin de los bosques de Hollywood

Cada vez queda más claro que Hollywood prefiere no arriesgar nada hoy en día. Todo son adaptaciones, remakes, secuelas y cualquier cosa vale para atraer al público. El cine, ahora más que nunca, es un negocio, aunque como tal aún puede y debería atraer a su clientela con calidad, más allá de los movimientos de marketing de rigor. Por eso, no es raro encontrarnos con otro intento más de explotar un mito más que explorado fílmicamente como es el de Robin Hood. Ahora, con Ridley Scott en la dirección y un enfoque más histórico y realista, parecía que estábamos ante una apuesta segura.

Pero la verdad es que, para un servidor, se ha quedado a medias. Es cierto que el personaje jamás ha disfrutado de una mirada tan fiel a la Historia como la que tenemos aquí, en lo que puede ser una especie de "Robin Hood Begins" que narra cómo el susodicho acabó siendo un forajido perseguido por las tropas del príncipe Juan pese a haber sido capaz de evitar una guerra civil que podría haber tenido resultados catastróficos para Inglaterra. La trama, como tal, no es mala en absoluto y esta apoyada en una dirección y un acabado técnico realmente sobresalientes. Poco hay del ladrón de los bosques en este filme, siendo ese un dato menor e irrelevante, porque la adaptación de una leyenda debe ser vista con amplitud de miras. 

El problema llega, sin embargo, cuando esa nueva visión es ampliamente inferior a la de siempre, con poca emoción y un personaje protagonista que queda en un remedo flojo de Maximus en otra época. Además, el desarrollo dista mucho de resultar interesante o de ofrecer un clímax a a la altura de las circunstancias. Hay un momento en que parece que el lento arranque va a llevarnos a un desenlace que justica todas las tramas y personajes a las que se dedican tantos minutos, pero la batalla final queda como desangelada, un mal escenario para culminar las muchas tramas que auna el filme. Por suerte, los actores están a la altura de las circunstancias, dándolo todo y mostrando su buen hacer, destacando especialmente Cate Blanchett, que por momentos es capaz incluso de ponerse por encima de Crowe, interpretativamente hablando.

Sentimientos enfrentados en un filme del que esperaba mucho más. No es para nada una mala película, pero desde luego está a años luz de las posibilidades, tanto del director, como del planteamiento en sí. Que esa es otra, ya podrían haber puesto otro título más descriptivo a lo que se cuenta, que ya huelen estos movimientos comerciales, a la cabeza me viene también la última obra de Burton.

domingo, 4 de julio de 2010

Este dibujo no es el mio - Cambio de rutina en el blog

Un extraño título para relanzar un blog. Pero necesario, puesto que es bastante descriptivo y está relacionado con lo que viene a continuación:

Empecemos con un poco de retrospectiva. Este blog nace a partir de un fotolog que cree hace tiempo, cuya misión consiste en servir de escaparate para dar a conocer mis dibujos al resto de los internautas, como buena plataforma informativa y publicitaria que es Internet. En dicho espacio, siempre he dedicado tiempo para anécdotas, comentarios, opiniones, reseñas, críticas y un poco de todo, al final se convirtió en una especie de cuaderno de bitácora, no demasiado personal. Vamos, que casi podría haberse llamado "Mis frikeces".

Entonces, si empecé en un fotolog, ¿a qué viene el blog? Pues por preservar todo lo que he subido y he escrito en él, ya que, como ya dije en su momento, los administradores son crueles y si ven algo que puedan dañar sus virginales e inocentes ojitos de pitiminí, enseguida chapan el lugar que creen aterrador (-OH MY GOD! ¡Este español ha subido un pezón y me lo ha puesto en medio de my noise!) sin siquiera avisar al usuario. Tan sólo basta con una simple denuncia, clickar un botón y... ¡tachán! Se acabó el fotolog, no importa los 800 posts que le dedicaras y las visitas que tuvieras.

Por eso me cree el blog, para preservar todo lo que mi fotolog contiene en plan previsor, no sea que un día me convierta en un peligro para la sociedad por mostrar algún... glups... desnudo artístico de esos que tantos dolores de cabeza dan a un espectro algo extraño de la sociedad.

Y ahora... como podéis ver, ha habido un parón considerable, prácticamente está abandonado y apenas subo o escribo nada. ¿Eso es porque me he aburrido? Más o menos, pero el principal motivo es simple: Oposiciones, vida personal y proyectos algo... "secretillos". Ah sí, y el "feisbuc" algo tiene que ver, pero como si no.

El caso es que además de dibujar me gusta pensar que sé escribir (otra cosa es que sea interesante lo que escribo) y a veces me entran muchas ganas de pegarme la parrafada (como ahora) sobre algo de mi interés. ¿Problema? No tengo dibujo para adornar el espacio y se supone que es una especie de escaparate personal. ¿Qué hago entonces? Esperar a que termine uno adecuado.

Pero a veces esperar significa estar unos mesecillos sin hacer un triste dibujo que pueda mostrar por estos lares, por falta de tiempo o de ganas. No es lo mismo perder tres tardes con un dibujo que una hora con un escrito más o menos casual.

Así que, por fin (reconozco que me ha costado) he tomado la decisión de empezar a postear un poco más por aquí, escribiendo sobre mis neuras (tú decides, oh lector, si te interesan un mínimo) sin tener en cuenta la subida de mis dibujos y encabezando mis posts con las imágenes adecuadas. Al fin y al cabo, tengo una etiqueta llamada Dibujos que puedo utilizar cuando se dé el caso.

Dicho todo esto, empieza una nueva temporada para este blog. Espero que os guste. 

Próximamente, alguna encuesta nueva, a ver qué se me ocurre.

P.D. ¿Os gusta el nuevo aspecto del blog?