Es cierto que la primera superproducción de Marvel en los cines fue la película de Blade, pero nadie puede negar que el verdadero impulsor del género superheróico en la gran pantalla lo dirigió Bryan Singer con su primera adaptación de los mutantes. Estos filmes que beben de los personajes de las viñetas, que ya han demostrado no ser una moda sino algo que ha llegado para quedarse, han ido sucediéndose a lo largo de la década pasada, con mayor o menor fortuna. Pero lo cierto es que pese a ser los impulsores, los mutantes empezaban a mostrar signos de agotamiento y decadencia en sus últimas películas. Habiendo alcanzado el culmen con X-men 2, parecía que con la ida de Singer en la dirección no iban a poder levantar cabeza, Brett Ratner y Gavin Hood fracasaron, en términos de calidad que no de recaudación, a la hora de realizar sus propias apuestas con la tercera entrega de la saga original y Lobezno Orígenes, respectivamente. Por ello, cuando decidieron relanzar la franquicia con Matthew Vaughn, muchos estábamos con la mosca tras la oreja, especialmente tras recibir noticias de una sinopsis que mostraba una premisa un tanto extraña, con una formación aún más impopular y un reparto un tanto arriesgado en cuanto a popularidad. Se trata, sin duda, de un proyecto que nadie había pedido.
No obstante, nadie imaginó que fueran a realizar una película de los X-men relatando los orígenes del equipo con un Sebastian Shaw interpretado por Kevin Bacon inmerso en plena Guerra Fría entre EEUU y la Unión Soviética en los años 60, con los misiles nucleares de por medio y una guerra a punto de estallar en la que los mutantes toman un papel protagonista. De hecho, en algunos momentos recogen retazos de historia auténtica de forma que hacen aún más convincente el argumento, con los pies en tierra y con una veracidad heredera de las entregas de Singer, con mucho politiqueo de fondo. Se trata de una premisa arriesgada, pero muy interesante, que bien tratada ofrece un punto de partida con muchas posibilidades que, por suerte, ni el director ni guionistas han decidido dejar escapar. Lo más loable es que, con todo esto, se las apañan para realizar la película más fiel al espíritu (que no a la historia de sus personajes) del cómic realizada hasta el momento, con varios de los elementos más populares de este grupo de superhéroes, a saber: las entidades contrapuestas de Xavier y Magneto maravillosamente desarrolladas, la búsqueda de los integrantes del equipo al más puro estilo del famoso Giant-Sized, el entrenamiento de todos ellos, la explicación de por qué es necesaria una escuela clandestina y la batalla campal contra los enemigos del momento.
Todo esto a un ritmo vertiginoso que recuerda a las mejores películas de James Bond, preocupándose por otorgar tridimensionalidad a casi todos los personajes, incluso destacando a varios de los secundarios. Todos tienen su parte del pastel, sus minutos de gloria, incluso los más prescindibles. Solo un par de villanos de Shaw podrían considerarse vacíos de contenido, lo cual es mucho decir si tenemos en cuenta lo numeroso que es el reparto. Los más destacables acaban siendo, no solo los perfectos Charles y Erik que interpretan McAvoy y Fassbender respectivamente, sino también el carismático grupo de jóvenes X-men y, sobre todo, una Raven Darkholme inesperadamente importante. Tanto ella como el futuro Magneto son de lo más sobresaliente del filme, sobre todo por la intensidad que muestra el primero en sus momentos de ira y venganza, que es donde más sorprende por su convicción y naturalidad, llegando a convertirse en el epicentro de la cinta. Vaughn maneja todos los elementos con gran inteligencia y muy buena mano, deslumbrando incluso a los más reticentes con grandes dosis de acción, humor y unos diálogos que lejos de entorpecer no hacen más que perfilar a unos personajes que están muy lejos de resultar planos o tópicos. Solo pueden achacarse ciertos errores en cuanto a la continuidad de la saga, que curiosamente parecen invalidar las películas que no ha dirigido o producido Singer. ¿Casualidad o algo premeditado? No importa, porque ello no es capaz de echar abajo a la que puede considerarse como la película de los mutantes más redonda hasta el momento.
Supongo que es irónico, porque con esta película todos los fans de la trilogía original habremos llegado a la misma conclusión: ojalá aquel marido de Claudia Schiffer, que tantísimo criticamos en su momento, hubiese dirigido la tercera parte de la saga. Nunca es tarde si la dicha es buena, pero no deja de ser toda una lección para todos aquellos que jamás quisimos darle una oportunidad.
5 comentarios:
Me gusta que tu opinión sea igual que la mía. La película es todo un espectáculo y un ejemplo sobre cómo debería hacerse una adaptación de los X-Men.
soy el único que cuando ve a K. Bacon interpretando a Sebastian Shaw en los 60 le viene Raphael a la cabeza??? xDDDDDDDDDDD ME ENCANTÓ y consiguió emocionarme en un par de momentazos. saludos dsd alicante. :)
Si es que solemos coincidir, Blif. Y en este caso es agradable que estemos de acuerdo en que es una peliculón.
Joder Anónimo, acabas de traumarme, ahora jamás veré a Shaw o a Bacon, ahora solo veré a Raphael. Maldito seas. XD
Por cierto, alicantino, ¿quién eres? O_o
Me ha gustado mucho, la verdad, no esperaba nada de nada y sali entusiasmado del cine.
Yo es que creo que es la película de Marvel que más he disfrutado, es completísima.
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