Erase una vez, un chaval de 14 años, ilusionado y maravillado al entrar por primera vez en una librería especializada de comics. Acompañado de su padre, abrió los ojos como platos al ver tanto cómic junto, tanto que comprar, tanto que anhelar. Consumismo exacerbado, literatura por doquier en forma de novela gráfica. El dependiente casi se reía al ver el asombro del chaval, pues su tienda es bastante modesta, especialmente si se compara con cualquiera de las de Alicante, y además acababa de empezar. Ese chaval recuerda que en aquel momento buscaba el segundo volumen de X-men, los primeros números, pues había comenzado en su coleccionismo y estaba con los atrasados. El dependiente ayudó como pudo.
Más adelante, el chaval seguiría yendo, al principio apenas hablaría con él, pero poco a poco, a base de criticar ediciones (especialmente a Norma, cuando tenía DC) comenzó a conversar. Cualquier tema era apto, ambos daban sus opiniones, principalmente hablaban de cine. Cada vez fueron más frecuentes las visitas, hasta que llegó un punto en que ya solo iba a mirar que había y a hablar un poco, a charlar antes de coger el autobús de la estación, que quedaba justamente al lado. Curiosamente, el dependiente casi siempre se burlaba de la desesperación del chaval... Que nunca tenía dinero para conseguir todo lo que quería y la selección se le hacía abrumadora.
Los últimos años, dejó de ir tanto, pero encargaba cosas por teléfono que el dependiente conseguía como podía, aunque nunca pudo hacerse con algo tan inalcanzable como la Civil War en Edición Especial, agotada en todas partes. Pero sí que le conseguió los números de Primera Línea, excepto el último, pues aun no había salido.
El chaval... Aun sigue esperándolo.
El domingo 9 de diciembre, ocurrió un accidente y el dependiente no salió ileso.
El chaval aun no se lo creyó y pensó que cuando volviera a la tienda, él estaría allí, como siempre, como manda la rutina.
Pero ayer, viernes... Se encontró con velas en la puerta cerrada de la tienda, acompañadas de muchas hojas escritas o dibujadas donde cada uno expresaba la pérdida de su amigo. Allí estaban, colgadas en la pared.
Y la foto del dependiente en el centro.
El chaval, a pesar de todo, seguirá esperando ese ejemplar.
Javi de Inferno Comics... Va por ti.
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