El tormento de ser Punisher

Hace poco me leí el noveno tomo de Punisher, de Garth Ennis, de la línea adulta de Marvel: MAX.

Reconozco que empecé leyendo esta colección sin ganas, me compré el primer tomo y me pareció aberrante, con mucha violencia gratuita, muchos tacos y mucha provocación porque sí, algo muy común en el guionista. Lástima que ese tipo de acción porque sí con casquería y mala leche no me guste sin una historia detrás. Por ello, prácticamente dejé la colección en el primer tomo.

Sin embargo, no tengo ni idea de cómo fue, ni quién o qué me motivó a comprarme el segundo. El caso es que un buen día, porque sí, decidí comprármelo y volví a probar suerte. Ese tomo, Cocina Irlandesa, me gustó mucho más, la violencia gratuita ya no lo era tanto y resultaba menos desagradable y más caricaturesca, quizá por la labor del dibujante o porque el tono de la historia permitía digerir mejor la crudeza de las escenas. Además, era genial ver a Punisher casi como secundario en una historia repleta de gangsters y gente desafortunada metida en asuntos que les viene grandes.

Pero el tercero... Madre Rusia se llama, ese fue el que me convenció de que merecía la pena seguir la serie. En él vemos a un Punisher dispuesto a salvar a una niña en un complejo militar ruso abandonado, y es magnífico ver a Castle tratando de luchar por mantener la inocencia de la chiquilla. El cuarto no fue para tanto, manteniendo el nivel pero sin rebasarlo. Fue el quinto el que lo superó, Los Esclavistas demuestra que se pueden escribir duras críticas de situaciones reales que son denunciables y desagradables. Con actos delictivos tan graves como el de las chicas secuestradas por Europa para ejercer forzosamente la prostitución (o que te vendan como dama de compañía con violaciones varias) puede hacer que te decantes por la "justicia" de este Castigador.

Barracuda, el sexto, era una vuelta más a la coña del enemigo imbatible y cachondo con secundarios un tanto pasados de rosca. El séptimo, el Hombre de Piedra, es el retorno del villano del tercer tomo. El octavo es posiblemente el mejor de todos, con el relato de las viudas que quieren vengar a sus maridos, todos muertos por Punisher. Ese tomo supone la desmitificación del personaje. ¿Cómo se puede matar tanto y presenciar tantas masacres sin perder la cabeza?

Y ya el noveno, la venganza de Barracuda, el último que me he leído y el que me ha empujado a escribir este tocho, es el ABC de cómo debería ser SIEMPRE Punisher.

Un justiciero que no se considera tal cosa. Alguien que nunca jamás tendrá la oportunidad de recuperar el pasado que tanto ansía por mucho que se lo pongan delante de sus narices. Se ha visto en situaciones en las que podría dejar de matar... pero no puede dejar de hacerlo, no hay paso atrás porque si se acomoda, le pueden matar tanto a él como a las personas con las que hable después.

Ese es Punisher, no puede tener amigos, ni novias, ni conocidos, ni vecinos, ni amantes, ni un trabajo legal, ni nada de nada. A estas alturas sólo puede seguir siendo el asesino que es.

Qué grande eres, Garth Ennis.

Saludos.