Es sorprendente comprobar cómo hasta la novela original puede llegar a vivir bajo la sombra de una adaptación. En el caso de El Padrino de Mario Puzo, está claro que el escritor intentó perfeccionar su propia obra, esto se nota en exceso tras leer la novela, la cual no es que esté exenta de méritos, pero al lado de la famosa película de Coppola, no cabe duda de que ha envejecido bastante mal, pese a ser un excelente retrato ficticio de las mafias italianas que residen y operan en los Estados Unidos a lo largo del siglo pasado.
Lo primero que llama la atención es la asombrosa fidelidad de la adaptación. Indudablemente, ver la película antes de leer la novela la perjudica enormemente. No sólo porque engrandece aún más las virtudes de la primera, sino porque también deja más palpables los defectos de la segunda. Así pues, lo que tenemos es una novela muy ligada a su tiempo, que desde luego deja expuestas las inquietudes y pensamientos de su escritor, ya que su impronta personal está ahí en todo momento. Puzo era un hombre de su época, y así lo demuestra en su forma de tratar, por ejemplo, a la mujer, que es escrita en todo momento como un deseo sexual constante del hombre, siempre dispuesta al sexo y con descripciones bastante notables de sus reacciones químicas a la hora de sentir placeres corporales. Por otro lado, también sorprende la forma en que se describe el honor, la traición y el respeto, que son sin duda los conceptos que más atrajeron a numerosos lectores, ya que están soberbiamente expuestos.
Por otro lado, el desarrollo de los acontecimientos es tan fascinante como en el célebre filme, que tan bien supo adaptarlos. La historia de Vito Corleone y cómo su hijo Michael tomó su testigo está tan impecablemente bien reflejada como cabría esperar, tan fascinante, cautivadora y atrayente como cualquiera pudo haber imaginado en el medio escrito. Ahí es donde Puzo dio lo mejor de sí, su obra maestra. Sin embargo, no es un diamante tan pulido como cabría esperar. Su desarrollo es algo caótico y se pierde entre demasiadas banalidades que se multiplican muy especialmente cuando se centran tanto en personajes tan poco importantes para la trama central como Johnny Fontane o Nino Valenti, cantantes de las Vegas que protagonizan los capítulos menos interesantes de la novela. Es imposible evitar pensar que sus historias estarían bien en una obra aparte dedicada a ellos, pero para nada tienen la suficiente relevancia dentro de la trama de los Corleone como para que se les dedique tantísimo espacio. En otras palabras, Coppola hizo bien en obviarlos y se comprende muy bien por qué.
Pese a todo, es una novela muy aconsejable, que atrapa y fascina a partes iguales, pese a que se siguen con más fascinación unos capítulos que otros. Pero su lugar en el podio como la mejor novela de la mafia no hay quien se lo dispute, especialmente gracias al impecable desarrollo de un personaje tan tridimensional como es Michael Corleone.
1 comentario:
Siempre he tenido amagos de acercamiento a esta obra y me he echado para atras. Si puedo le dare una oportunidad en breve.
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