No llevo demasiado tiempo siguiendo series de una forma más o menos regular. Sin embargo, he aprendido rápidamente que, del mismo modo que no se debe juzgar un libro por su portada, tampoco hay que juzgar una serie por sus primeros capítulos. Esto lo digo porque si hay algo que perjudique muy seriamente a Spartacus es su tono a lo 300, que aunque intencionado, es empleado con muy mala fortuna y abusan de sus excesos con descaro, al menos en su episodio piloto. Un episodio en el que se notan descaradamente las intenciones de triunfar gracias a montones de escenarios en CGI, desnudos por doquier, abundantes litros de sangre digital, desmembramientos y la típica y tópica historia del héroe incorruptible que pierde a su querida damisela pese a que es capaz de arriesgar su vida por el bien del honor y la justicia. Lo dicho, un piloto lamentable, ridículo y con una factura técnica deleznable. Podría haber dejado de ver capítulos ahí, dado el aburrimiento y el hastío por la propuesta. Pero de haber actuado de esa forma, me habría perdido una de las mejores series del año pasado.
Lo bueno que tiene el formato serial televisivo es que tiene la posibilidad de superarse a sí mismo, de corregir los errores y mejorar las virtudes episodio a episodio. También están los lamentables casos en los que ocurre justamente lo contrario, véase la malograda True Blood de la cadena HBO. Pero por suerte, esta serie de STARZ tiene la osadía de rebelarse hasta en ojos de su propio espectador. Al principio te dice que es poca cosa, utiliza recursos fáciles y superficiales para captar tu atención, pero más tarde notas cierto engaño: no es una buena serie por su desenfadada falta de sobriedad, por sus excesos o por sus generosas dosis de violencia, tacos, desnudos y sexo gratuitos. No, Spartacus, aunque en un principio parece el típico producto que vive solo de su polémica, es mucho más que eso. Sus personajes y su historia son tan buenos que por momentos llegas a olvidar lo más banal a favor de una incontenible emoción por todo lo que sucede tanto fuera como dentro de la acción. Es entonces cuando comprendes que es mucho más de lo que parece a simple vista. Es una serie con envoltorio, sí, pero también con contenido, algo que no se ve muy a menudo.
En cuanto Spartacus recibe ese nombre por los romanos, cuando es entrenado por primera vez en la casa del lanista Batiatus (interpretado por John Hannah, el gracioso de La Momia, que demuestra ser mejor actor de lo que parece), su amo y señor, es entonces cuando la serie engancha irremediablemente. La vida dentro de esos muros no puede ser más rica, te dejan claro desde un primer momento que cualquier cosa puede ocurrir: conspiraciones, adulterios, sodomizaciones, asesinatos, traiciones, enamoramientos... y lo mejor es que no hay personaje que se salve, aunque todos tengan un sentido del honor un tanto retorcido lo sacrifican todo con tal de seguir sus ideales. Y es esto y no otra cosa lo que hace grande esta primera temporada de Spartacus: un plantel de personajes que es perfecto y está analizado con mesura, no hay nadie que sobre o falte, todos tienen su papel en la historia. Si a esto añadimos que los excesos se van puliendo poco a poco y las coreografías de los muy emocionantes combates (muy diferentes son los entrenamientos con los más épicos y fantásticos enfrentamientos en la arena) son capaces de poner el vello de punta, nos encontraremos con una serie que resulta difícil de despreciar. Sobre todo cuando deja de ser la hermana pobre de 300 para convertirse en lo que es, una producción televisiva con espíritu propio, no un remedo de nada, por mucho que haya quienes la intenten comparar con Roma, siendo series muy distintas.
Así pues, entre todas las virtudes ya expuestas, se puede decir también que es muy posible encariñarse con otros personajes que no sean el protagonista, que los tópicos desaparecen y son destrozados, que hay una ambigüedad muy interesante siempre presente, que los giros son constantes, los diálogos buenísimos (alternando tacos con la palabra "polla" o "coño" con frases realmente filosóficas) y que posee un final abierto muy bien planteado. Con tanto elogio, no cabe duda de que mi recomendación está más que clara. Es difícil aceptar el visionado de la temporada tras un piloto tan desastroso, pero una vez superado es más difícil aún desengancharse. Muy recomendable.
2 comentarios:
Yo desde que escuché decir a batiato "por las pollas de los dioses", esta serie me ganó XD
Yo me lo he pasado teta, me parece cutre su uso excesivo de la sangre y las tetas pero tuvo algo que me enganchó y estoy deseoso de ver la precuela.
menos mal que te convencí para que la vieses, que si no te la habrías perdido xD
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