No es, ni mucho menos, la primera vez que se realiza una miniserie a raíz de algún concepto atractivo (o no) proveniente de algún crossover de éxito. Ejemplos hay a patadas: Dinastía de M: Civil War, Skaar a raíz de Planeta Hulk y World War Hulk, X-Force nace a raíz del Complejo de Mesías... El caso es exprimir la gallina de los huevos de oro, sólo que algunas veces se nota más la intención sacacuartos que el hecho de desear contar algo de cierto empaque y calidad. El caso de la Patrulla-X Oscura, que viene a raíz del Reinado Oscuro (¿la crisis sube la luz y a las editoriales se la han cortado? ¡cuánta oscuridad!) y más concretamente del evento conocido como Utopía. Un evento que, ya de por sí, no estuvo lo suficientemente aprovechado como para justificar una serie como esta, protagonizada por los pocos miembros que quedaron de la peculiar Patrulla-X de Osborn. Sin embargo, Paul Cornell demuestra que, por mucho que te encarguen trabajos alimenticios con el único pretexto de obtener beneficios, siempre puedes realizar algo de calidad si eres lo bastante habilidoso y estudias tus posibilidades.
Y Cornell, digamos que aprueba con sobresaliente.
Asombroso, es la palabra. Es increíble cómo una miniserie que no se presagiaba ni tan siquiera interesante ha acabado siendo lo mejor que se puede encontrar sobre mutantes desde que Whedon abandonó la franquicia y Carey terminó su periplo con Xavier en solitario en X-men Legado. Cornell se convierte en un maldito mago, no sólo caracteriza notablemente a los personajes, sino que realiza el que puede ser el mejor tratamiento que se ha hecho jamás de Norman Osborn, tanto como personaje como de villano. Es su mejor acción en todo el Reinado Oscuro, la más inteligente, la más ingeniosa y desde luego la más acorde con su personalidad. Cornell utiliza a la Patrulla-X Oscura como pretexto para narrar una de las mejores batallas psíquicas que se han escrito jamás: vertiginosa, repleta de giros, diálogos mordaces, ambigüedad absoluta y el mejor regreso posible para un personaje que nunca había sido tan atractivo. En otras palabras, en una sola miniserie de cinco números, Cornell exprime lo mejor del Reinado Oscuro.
Si a todo esto además añadimos el indudable atractivo de contar con Leonard Kirk a los lápices, no cabe duda en que nos encontramos en una de esas obras con las que uno no se puede resistir. Uno pensaría que el equipo creativo que tan buenos resultados dio en Capitán Britania y los MI-13 perdería fuelle en terreno presuntamente desconocido para ellos. Pero nada más lejos de la realidad, hasta el propio Kirk se muestra ágil, dinámico y más que capaz a la hora de captar las asombrosas ideas de Cornell.
En definitiva, toda una sorpresa a tener en cuenta. Nunca imaginé que lo mejor de los mutantes estaría en una miniserie como esta. Si me preguntáis, creo que si no fuera porque el guionista se ha ido a la competencia, diría que la salvación de la franquicia mutante reside en Cornell, es más que capaz de dirigirla él solito.
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