Si hay un cómic que supuso un antes y después en el universo Marvel es Ultimates. Sí, incluso por mucho que a su vez estuviera influenciado por Stormwatch y Authority, tenía el tono del que más tarde bebería la franquicia vengadora, no sólo por el propio Mark Millar (que escribiría Civil War) sino también por Bendis, que incluso le daría por realizar una especie de "remake" encubierto de la segunda saga de Ultimates en el crossover de Secret Invasion. En otras palabras, no sería descabellado mencionar esta colección como una de las más importantes de la década pasada, al menos en sus dos primeros volúmenes. Después todo cambió con la llegada de Loeb y su Ultimatum, que darían la vuelta al status quo de la serie de forma irremediable, con varias muertes y todo patas arriba, sin mucho sentido y con un tono supuestamente transgresor que se quedó en la superficie, muy lejos de lo que su creador ofrecía con estas versiones peliculeras de los Vengadores.
Ahora Millar ha regresado, y lo hace sin Bryan Hitch, pero con Carlos Pacheco en su lugar. No cabe duda de que fue un regreso muy esperado y con un nuevo dibujante muy aplaudido. Esto último no sólo porque estemos hablando de un autor español, sino también porque muchos esperábamos ver su indudable calidad de nuevo en Marvel, tras tantos años en la competencia realizando tan excelentes trabajos. La premisa con la que regresan en la saga titulada La nueva generación es la siguiente: Ha aparecido un terrorista que pretende hacerse con el arma definitiva. Dicho villano está profundamente ligado al Capitán América, que tiene todo el derecho del mundo a vengarse de quienes le ocultaron su existencia, por lo que deciden capturarlo antes de que pueda hacer algo contra ellos. Mientras tanto, se crea un nuevo grupo de Ultimates para suplir el viejo que resulta harto peculiar.
En verdad, la premisa no es mala, la nueva versión del villano que aparece aquí es, de hecho, muy ocurrente y lo suficientemente diferente al original como para resultar fascinante. Aparte, tiene algún que otro giro sorprendente en donde los personajes, al final, no son lo que parecen. Hay un detalle en la conclusión que casi compensa la lectura de la saga. Digo "casi" porque por desgracia Millar carece aquí del pulso narrativo que poseía en volúmenes anteriores, y eso se nota en exceso, sobre todo a la hora de desaprovechar todos los conceptos que deja sobre la mesa. Es algo así como ver unos ingredientes excelentes en la cocina para luego realizar una comida que no sabe a nada. Esa es justo la sensación que se me ha quedado con esta saga, realmente atroz si tenemos en cuenta que las ideas son, como ya se ha dicho, más que buenas. Pero cuando se ven personajes tan repelentes, abominables e incluso despreciables como los que podemos ver aquí, sin ninguna pizca de profundidad, humanidad, historia, personalidad... no sólo la implicación con lo que ocurre es mínima, sino que además se queda en un "quiero y no puedo" al pretender ser un cómic fresco y atrevido. Al contrario, suena tan caduco como un cómic clásico verbórrico y casposo, es Millar copiándose a sí mismo y mal. No se diferencia mucho de lo que Loeb hizo en el volumen anterior, salvo por las buenas ideas, que al menos éste sí las tiene.
Y es que ni siquiera Pacheco está a la altura de lo esperado, aunque él por lo menos tiene la excusa de que le han endosado varios (ya les vale, para seis números que está) entintadores que no entienden para nada sus lápices. Sus páginas originales están expuestas por internet y dan una muestra muy clara de ello: El trazo limpio, grueso y para nada elegante de Dexter Vines y Danni Miki, entre otros, no hace ningún favor a la línea detallista y expresiva que tan bien sabía repasar el genial Jesús Merino. Pese a todo, esto no esconde la buena narración de Pacheco, aunque como diseñador de personajes no destaque tanto como debería, pero al menos sabe cómo organizar una buena splash page y está a la altura del mismo Hitch en cuanto al detalle y riqueza de fondos. Lástima que el guión no le permitiera explayarse mucho más, porque si algo puede ofrecer el dibujante gaditano es una épica de órdago que aquí brilla por su ausencia. No es de extrañar, pues, que la batalla final sea tan anticlimática como absurda en la forma de proceder tanto del villano como de los supuestos héroes. Todo muy decepcionante.
En definitiva, no la recomiendo para nada. Es más, no me parece muchísimo mejor que lo ofrecido por Loeb, sólo un poco más ingenioso gracias a varios detalles. Pero tampoco es que sea mucho decir y lo peor es que no hay visos de que la cosa vaya a mejorar. Qué lástima.
3 comentarios:
totalmente de acuerdo, camarada
Unanimidad!
Esta historia es una mierda, que dura el doble por ver al Capitán América hacer el gilipollas y liarse a palos con todos por que... ¡Por que sí! ¡Por que mola un webo! ¡Ole esos guionistas!
El dibujo no esta mal pero creo no están aprovechando bien al dibujante. Que le den una serie mutante, hombre ya.
Pacheco pa X-men, tú dí que sí. :D
Y lo que tú dices, el Capi está de bulto, van a por él porque sí, porque realmente no hay ningún motivo real que luego se solvente. De vergüenza, vamos.
Como para no haber unanimidad.
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