A veces hay nada peor que empezar una saga con un libro tan excelso como Juego de Tronos. George R. R. Martin cometió el "error" de empezar dándolo todo, ofreciendo sus virtudes al servicio de una gran historia que comienza con fuerza y osadía, siempre por delante del lector y capaz de sorprender en cada uno de los capítulos que la compone. Por eso, cuando llegamos a la lectura del segundo libro, es más fácil perder el interés al perderse también el factor decisivo de la novedad. En otras palabras, el lector está más acostumbrado, ya ha sido mimado antes y no permitirá que se baje el nivel ni tan siquiera unos mínimos. Se podría decir que esta segunda entrega, Choque de Reyes, lo mantiene, pero para el que esto escribe, ya no deslumbra tanto como antes, aún siendo un excelente libro de conspiraciones, personajes y aventuras.
Ahora la familia Stark no es la absoluta protagonista. Los capítulos están más diversificados y aquellos que los protagonizan se van alternando con más frecuencia y distancia entre sí. Algunos de los secundarios toman el protagonismo, como es el caso de Theon Greyjoy y aparecen algunos nuevos de lugares que todavía no habíamos presenciado pero sí habíamos visto nombrados anteriormente. En todo caso, la situación se ha diversificado mucho más, y el status quo comienza a variar paulatinamente, de un modo tan sutil que ni siquiera nos damos cuenta a primera vista. Sin embargo, esta vez la organización a partir de capítulos enfocados en varios personajes es bastante más irregular que en Juego de Tronos, como si a Martin le costara un poco habituarse a la complejidad de la enmarañada red de sucesos que elabora. Es decir, antes todo resultaba igual de interesante, a excepción quizá de cierta hija de cierto amigo del rey. Pero ahora unas tramas están por encima de otras en cuanto a interés, y la razón no es otra que los diferentes grados de preparación que necesitan unas u otras para alcanzar el clímax esperado. No cabe duda de que, por la recta final del libro, el escritor consigue la solidez esperada y todo, por fin, vuelve a ser igual de trascendental y crucial que en la entrega anterior. Mientras tanto, quizá echemos de menos las desventuras de Arya por encima de las del bastante más soso Bran o las trifulcas de Tyrion por encima de las de Jon Nieve, por citar dos ejemplos.
No obstante, es difícil no asombrarse al observar la habilidad con la que Martin consigue permanecer siempre por delante del lector. Lo cierto es que nada resulta previsible, intentar averiguar lo que viene a continuación es muchas veces tarea imposible. Por ello, esta lectura es siempre interesante, sobre todo porque los personajes evolucionan constantemente y están muy bien escritos, no hay dos que se parezcan y todos persiguen sus sueños, luchan contra sus fobias y defienden lo que creen. Por tanto, todo lo que era genial en Juego de Tronos persiste aquí, sin que nada resulte repetitivo. De hecho, la única trama que pueda considerarse similar a otras del libro anteriormente citado es la de Tyrion, por estar éste en una situación similar a la que estuvo otro personaje. Pero el enano de los Lannister se preocupa por llevar las conspiraciones de Desembarco del Rey en otra dirección, al poseer un carácter sumamente distinto al de su predecesor. Como la vida misma, nada ocurre otra vez de la misma forma, aunque hayan secundarios que pretendan repetir conflictos éstos nunca se desarrollan igual. Y es que lo mejor de esta saga se encuentra en los detalles: los sueños, los símbolos, las costumbres, vestimentas, canciones, el idealismo de las situaciones de antaño frente a la crudeza de las actuales... La preparación a fuego lento de todo un universo memorable que parece tan real como el nuestro.
Por eso, pese a que subjetivamente pueda encontrar el interés de los capítulos un tanto irregular en comparación con la solidez presentada en la primera entrega, mientras se continúe presentando un mundo tan rico como el mostrado, me veré obligado a no dejar de leer lo que venga a continuación. Qué ganas hay de leer Tormenta de Espadas y qué extraño me siento sin leer sobre Poniente.
1 comentario:
Es una lectura que engancha. Con tantos personajes y tantos frentes abiertos es natural que aparezca la irregularidad pero esta también aparece en la vida misma, además Martin sabe cómo hacer que te intereses por lo que cuenta y por quienes lo protagonizan. Yo no soy mucho de releer libros y esta saga la estoy releyendo porque, como dices, cuesta desprenderse de Poniente.
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