Al fin ha acabado una de las sagas más longevas y fructíferas en taquilla que jamás hayamos presenciado en la gran pantalla. Cierto que todavía tendrían que sacar muchas más secuelas para alcanzar el número de entregas de sagas como las de James Bond o la mayoría de las que existen de psychokillers. Pero de lo que no cabe duda es de que no existe ninguna con una trama central más larga que esta. Curiosamente, esa es su mayor virtud, convirtiéndose también en su mayor defecto. Ahora que he podido ver toda la historia, me gustaría comentar no solo esta película en sí, sino extenderme con el resultado de todo este ambicioso proyecto de Warner Bros para adaptar estos famosos best-sellers. Eso sí, quiero aclarar desde un primer momento que pienso centrarme en la crítica de las películas, ignorando por completo el tema de fidelidad con los originales sobre todo porque los desconozco y por ello quisiera valorarlos como largometrajes y por la calidad que poseen por sí mismos.
Por tanto, llegamos a la gran batalla final. Por un lado los magos de Voldemort y por el otro los que se unen a la causa de Harry Potter, con Hogwarts de escenario. Una guerra de magia que consigue unos tintes épicos bastante impredecibles en esta saga, hasta tal punto en que los efectos especiales son asombrosos y consiguen transmitir todo el poderío de tan experimentados hechiceros. La crudeza y la muerte se convierten en elementos casi omnipresentes para los adolescentes que se ven inmersos en tal maremágnum de conspiraciones y ambición. Conocemos por fin las intenciones y el pasado de Severus Snape, los planes iniciales de Dumbledore y finalmente veremos a nuestro protagonista liderando la función junto a sus estimados e infatigables compañeros. Algunas escenas son de infarto, sobre todo las protagonizadas por pesos pesados de la interpretación como el inspiradísimo Alan Rickman (como Severus, que realmente hace suyo el personaje), Ralph Fiennes (al menos físicamente, porque si no me equivoco el doblaje le ha hecho un flaco favor) o la carismática Maggie Smith, que en pocos minutos consigue arrancarnos varias sonrisas.
Por eso, siendo una película ciertamente digna, me fastidia enormemente que arrastre siempre los mismos defectos sin conseguir jamás desprenderse de ellos, siendo el más notorio, el más grave, el propio actor protagonista. Y es que Daniel Radcliffe es inadecuado para un papel de tanta responsabilidad como el que posee, con gran porcentaje de minutos en pantalla. Este defecto es excusable por parte de la gente del casting, y es algo inevitable porque para una saga como esta jamás se podía predecir si aquel pequeño de cara simpática y cierta naturalidad podía ser bueno o no en su adolescencia, pero no deja de ser evidente que Radcliffe no posee en absoluto el carisma necesario para sobrellevar un peso dramático como el de este personaje. Por lo que incluso nos llega a dar igual lo que le pase, solo vemos a un chaval siempre perdido, siempre con la misma expresión de incredulidad y pesimismo, sin presencia alguna y muy por debajo de los demás en arrojo o valentía. Debido a esto, resulta hilarante ver cómo todo el mundo lo adula o se pone de su parte tan fácilmente, nunca resulta creíble y se echa mucho de menos algún discurso o algo que simplemente dé a entender la aparente grandeza de alguien que solo recibe adulaciones.
Si a esto le sumamos el cargo de recadero que arrastra a lo largo de todas las películas, sin anticiparse jamás a nada, no cabe duda de que es imposible tomarse en serio a este personaje, siendo uno de los protagonistas más endebles que se han visto en la gran pantalla. Rupert Grint y Emma Watson, sin destacar demasiado, se convierten a su lado en intérpretes dignos de una adaptación de una obra de Shakespeare. No cabe duda de que es todo un problema, pero no el único, ya que el otro podría ser la ingenuidad general que arrastra, sobre todo, esta entrega. Se supone que es la parte más adulta, la más intensa, la más dramática. Pero por desgracia, nada de esto pareció importar demasiado al director, David Yates, más centrado en la acción y la épica, nunca en los personajes. Los amores se suceden porque parecen predestinados, la lealtad inquebrantable no se consigue con esfuerzo alguno y resulta triste ver a personajes como Draco Malfoy tan espantosamente desaprovechados. Por no decir que hay un halo de ingenuidad siempre presente, con mensajes tan poco inspirados como el constante "siempre estarás con nosotros" que vemos repetido hasta el hastío en este largometraje. Lo adulto no significa mostrar muertes u oscurecer la fotografía, sino que tiene que ver con el tratamiento de los personajes. Sé que tampoco se puede pedir mucho en una serie de novelas que empezaron siendo infantiles, pero no por eso es excusable tal descuido.
En definitiva, no es que sea un completo desastre, ni mucho menos, pero a un servidor le pesan mucho más los defectos que las virtudes en esta saga fílmica que ha calado tan hondo en gran parte del colectivo al que ha ido destinada. No porque sean malas películas, sino porque no siento que posean nada en especial, salvo quizá el personaje de Severus Snape, que con solo una triste mirada en la introducción de esta película final ya consigue emocionar más que Harry en todas las escenas de las ocho entregas.
4 comentarios:
Bien visto, de mis protagonistas preferidos sin duda la que más me agrada es Emma Watson. Si te ha gustado la película te recomiendo el libro, sobretodo porque tiene un epílogo mucho mejor trabajado.
Me lo creo, porque el epílogo en la película fue atroz, ver a los chicos de la película haciéndose pasar por mayores fue realmente ridículo, algunos hasta se rieron en la sala.
No es que esté mal, pero es que "se siente" en todo momento que podría ser mucho mejor teniendo lo que tienen. Y sobre todo, si alguien supiera cómo dirigir a Radcliffe, porque ese chaval parece perdidísimo en toda la película.
Tienes razón en lo de Daniel Radcliffe, realmente se pasea por las películas con la misma expresión y sin que se sepa por qué es el héroe que se supone que es; al menos desde que dejó atrás su etapa infantil. Personalmente opino algo parecido de Emma Watson, que se pasa las últimas películas con la misma expresión de compungida todo el rato.
Lo que pasa con esta película es lo mismo que con las anteriores (aunque la de "El Prisionero de Azkabán" me pareció algo superior, o eso creo recordar), que no están mal, pero no llegan a ser realmente brillantes. Les falta garra, intensidad.
Alan Rickman, como siempre, simplemente genial.
La verdad es que Emma Watson tampoco me convence, pero le encontré un par de momentos interpretativos muy convincentes en la primera parte de "Las reliquias de la muerte", y es que por muy mal que lo haga, siempre será más natural y carismática que el sosainas profundo de Radcliffe.
Joder, y yo que pensaba que no se podía ser peor actor que el Christensen ese.
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