Habitación de Elisabeth, cabeza recostada en un brazo, rostro y cuellos ocultos por un pañuelo. El doctor entra y abraza el cadáver de su mujer, que tiene los dedos del monstruo marcados en el cuello. Por primera vez, hace honor al nombre que le sigue adonde va, por venganza al no ver sus sueños realizados y la ausencia de convivencia con aquellos con quien les ha tocado vivir. Ahora, al no tener compañía femenina... su creador tampoco la merece.
Desde el principio tenía pensado mostrar al monstruo en su faceta más inquietante, lo cual no era tan fácil como parece. A pesar de que la novela nos cuenta que éste mira por la ventana, me negaba a dibujarlo de esa manera, porque pensé que iba a quedar un poco ridículo o extraño (voyeur, quizá). Así que me decanté por hacer una ilustración más libre, en el sentido de que no trato de emular un espacio o tiempo reales, con la cama sobre un fondo manchado y la ventana proyectada desde el otro lado y enfocando claramente el rostro de la criatura enfadada. Todo mientras el doctor llora al ver a su amada sin vida.
Un saludo, mañana... el final.
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