La primera familia de Marvel destacó especialmente en sus inicios con unos inspiradísimos Stan Lee y Jack Kirby, así como durante una fructífera etapa en los ochenta en manos de John Byrne. Pero estos últimos años, concretamente desde la década de los noventa, han tenido una presencia algo más discreta, con autores inadecuados en ocasiones, como puede ser un incómodo Chris Claremont, más deseoso de volver a los mutantes que otra cosa, o un primerizo Carlos Pacheco, acompañado de Merino, a los guiones, demasiado deudores de la etapa que ellos mismos idolotran. No ha sido hasta la llegada de Mark Waid, que no veríamos algo más notable dentro de esta colección tan longeva. Los primeros números son algo modestos, con una perspectiva acertada y un tratamiento de personajes clásico y poco rompedor, captando la verdadera esencia del grupo. Sin embargo, lo realmente destacable de esta etapa no llegaría hasta esta saga, Impensable, que supone el principio de una trilogía que pocos han encumbrado como se merece. La susodicha se conforma con la que nos ocupa, la posterior Acción de Autoridad y acaba con El Más Allá. Un tour de force para los personajes que se tornaría como algo irrepetible, original y emocionante, sobre todo visto con la perspectiva que nos concede el paso del tiempo.
Lo más curioso es que esta primera saga resulta ser la peor de las tres mencionadas. No porque sea mala, ni mucho menos, sino porque lo que viene a continuación supone la culminación de las impredecibles consecuencias aquí expuestas. Pero lo mejor será dejar de adelantar acontecimientos y explicar por qué es tan sorprendente este comienzo: supone el regreso del incansable Dr. Muerte, que hacía mucho que no urdía un plan tan drástico contra sus enemigos, dándolo todo con una furia inigualable y unas ansias de victoria que hacen que el villano se convierta en un alma vengativa sin escrúpulos. En otras palabras, Victor Von Muerte da miedo. Ha cambiado sus métodos, y la forma en que transforma su armadura para pillar imprevistos a los 4 Fantásticos hace honor al título del tomo. Impensable arranca con un sobresaliente número donde se explora la vida de la antítesis de Reed Richards con maestría, de forma que cualquier lector, veterano o no, queda informado a la perfección de quién es Muerte y por qué hace lo que hace. Como punto de partida, es sencillamente perfecto.
A partir de aquí, presenciamos una aventura a un ritmo verdaderamente vertiginoso, casi sin conceder un respiro. El villano no ofrece cuartel, empieza atacando en los puntos más vulnerables desde el primer ataque y deja indefensos a sus enemigos fácilmente, ofreciéndole después un reto a Reed que le resultará realmente difícil de superar. El punto más flojo de la saga, y lo que la hace inferior a las posteriores, es la forma en que Mr. Fantástico consigue escapar del tremendo escollo en el que se ve sumido, con una ayuda externa que, aunque coherente, resta algo de emoción al conjunto, al ser un poco un deux ex machina decepcionante. Pero por suerte, tanto Waid como Wieringo están dispuestos a darnos una batalla memorable, de esas en las que los personajes no solo lo dan todo con tal de salir no ya victoriosos de la situación, sino que luchan por sobrevivir. Pero, como vimos unos párrafos más arriba, lo mejor está realmente en las consecuencias de todo lo sucedido. Los traumas, las heridas y las reflexiones. Por eso los dos números que sirven de epílogo a Impensable, que presentan una historia titulada La quinta rueda, son el colofón perfecto para una historia más centrada en lo personal que en la acción en sí, pese a que no escatima en ninguna de las dos cosas.
En conclusión, este tomo y los venideros son muy recomendables, tanto para neófitos como novatos. Da lo mismo, Waid supo escribir unos números que bien sirvieron para darle a este grupo el lustre perdido años atrás, aptos para todos los públicos y de los que crean afición, que no es poco.
3 comentarios:
hola.. leí los dos tomos recientemente y personalmente me gustó más el primero. me impactó más la verdad.. :)
saludos alicantinos. :)
Umm. Gana con el tiempo la relectura, sobre todo por lo que vino después, pero creo que se empeñaron en idealizar y encumbrar esta etapa y este enfrentamiento con Muerte me parecio muy cogido por los pelos.
Pues yo lo encuentro intenso, ingenioso y muy interesante. Mucho más que muuuchos enfrentamientos anteriores o posteriores. Como digo en la reseña, no me termina de gustar la forma en que Reed encuentra una solución a su cautiverio, pero no quita que sea un cómic muy entretenido y repleto de virtudes.
Además, no creo que nos empeñemos a nada, porque lo que vino después es Millar y Hickman, y muchos han estado o están vitoreando más esas etapas de lo que nunca fue alabada la de Waid.
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