Con las terceras temporadas tengo cierto pánico. No me miréis así, yo no tengo la culpa de que cada serie que he visto hasta el momento haya tenido un bajón impresionante precisamente por esos capítulos. Me ha pasado con True Blood, con Héroes y Perdidos (Smallville no cuenta, me parece igual de espantosa en todas sus temporadas). Con The Wire no pensaba encontrarme con un fracaso estrepitoso, pero sí con algún bajón, ya por pura superstición. Sin embargo, con esta tercera he podido, por fin, saber de qué va realmente esta serie.
Y es que no va de policías y traficantes, ya sabíamos desde el primer capítulo que esto no iba de buenos y malos tratando de pisarse entre sí, pero uno creería que los traficantes y los policías eran los principales protagonistas. Pero no, la serie va del sistema, no gira alrededor de quién obtiene la victoria o quién es moralmente superior a quien, aunque dé algunas lecciones al respecto. Sino que funciona como una crítica visceral hacia nuestro imperfecto sistema legal, repleto de gente hipócrita que trata de sobrevivir en el mismo manteniendo su trabajo y su estatus social. En otras palabras, bienvenidos a la jungla social, a la experimentación del control no ya del dinero, sino de tus propios semejantes. Ver esta serie es como quitarse una venda ante las auténticas verdades del entramado y complejo mundo en el que vivimos, el que nosotros mismos hemos construido, del que no podemos salir porque siempre habrá quien nos recuerde que es imposible escapar si no es sumiéndose en la pobreza y decadencia más absolutas. Si no, que se lo digan a Bubs y a su colega.
Entre todo esto, Baltimore es cada vez más y más problemática. El crimen asciende, los políticos exigen números más bajos, algunos peces gordos se ven con el agua al cuello y presionan al resto para que obtengan resultados inmediatos, las esquinas están cada vez más frecuentadas por vendedores de droga y, para colmo, hay una terrible guerra de bandas propiciada por un Avon Barksdale que está dispuesto a reclamar lo que es suyo mientras Stringer Bell hacía la vista gorda durante su sustitución como capo del negocio. En otras palabras, Baltimore es un hervidero a punto de estallar, repleto de muertes y víctimas. Sorprende cómo caen hasta los personajes más importantes, algunos secundarios incluso reciben una solemne muerte natural, algo impropio en cualquier serie de cualquier tipo. Todo esto es lo que hace especial a The Wire, que entre todo este maremágnum socio-político, con tintes incluso antropológicos dentro de algún que otro experimento social que puede verse en esta temporada, aún es capaz de desarrollar a personajes tanto nuevos como viejos con una habilidad digna del mejor Houdini.
Poco más se puede decir. El desarrollo es, como siempre, una recta ascendente en donde todos los elementos se cuecen a fuego lento para acabar siendo postrados sobre la mesa con una elegancia inaudita. Los actores están perfectos dentro de sus papeles y es casi imposible imaginárselos fuera de esta serie (de hecho, cada vez que veo a Dominic West en cualquier sitio, mi cabeza dice: McNulty sin que yo lo quiera). Baltimore es mostrada de un modo más auténtico y como el mismísimo infierno en la Tierra según el lugar del que hablemos. Y la puesta en escena es digna de las mejores películas de mafia, con personajes cada vez más carismáticos e icónicos. A Omar pongo de ejemplo, cuyo silbido, forma de pensar, cicatriz, escopeta en mano e indumentaria hace que deseemos gritar lo que dicen entusiasmados los chiquillos del barrio que quieren ser como él.
Pero lo mejor es cuando un viejo cartel medio pegado en el puerto de Baltimore, que tiene escrito el lema de "Reelige a Frank Sobotka", nos arranca una pequeña sonrisa de complacencia. Cuando esto ocurre es cuando nos damos cuenta de que esta serie no es como las demás.
7 comentarios:
Me gusta especialmente la manera de distinguir la vieja escuela (violenta pero honesta, en el que el poder es mas importante que el dinero) de la nueva (más aparente, más limpia pero carente de principios u honor).
Esas diferencias se ven mucho más acentuadas en la siguiente temporada, la cual pasaré a reseñar próximamente, que me la vi en apenas cuatro días de lo muchísimo que me enganchó.
De hecho, es mi favorita hasta el momento, la serie va aumentando de calidad, en mi opinión.
The Wire es la mejor serie de todos los tiempos. Sin duda, nada vuelve a ser lo mismo una vez vista entera.
Ahora que estamos viendo al actor de Omar en otra serie no podemos dejar de verle como en The Wire xDDD. Aunque no hace un papel muy distinto es un personaje muy característico.
Pero Omar no es lo único bueno de esta tercera temporada, ¿verdad?
Eso sí, tengo curiosidad por ver qué otros papeles habrá hecho ese actor.
A mi me hizo gracia ver a Michael K. Williams (Omar) en "La carretera" ya que a mí me pasa lo mismo, no puedo desligarlo del tremendo personaje que hizo en esta serie.
Llegaba de la temporada 1 bestial hacia una temporada 2 que la fue superando capítulo a capítulo...y llego a la 3.
La verdad, que me ha parecido lenta (demasiado) donde era más una forma de reajustar la serie en el sentido de cerrar la temporada 1 y parte de las 2 con los planos del último capítulo.
Deja muchos detalles como la existencia de políticos avariciosos que engañan a los novatos o cómo se hace todo en esa ciudad... las dificultades del Comandante para llevar su plan a cabo porque el Jefe de Policía busca su puesto con el candidato Carcetti...
A ver qué tal la cuarta
Publicar un comentario