No sé qué tendrá la mafia italiana y los romanos antiguos que siempre que hacen algo minimamente decente con ellos, ya me tienen enganchadísimo y más que convencido. Rectifico, no es ya que el tema de la organización familiar con crímenes, conspiraciones y progenitores deseosos de mantener el poder me fascine, sino que da tanto juego que los mejores guionistas ven ahí un gran tapiz con el que jugar y dar forma a sus mejores y más retorcidas ideas. Este puede ser el caso de la fabulosa historia de Mario Puzzo: El Padrino, o la mayor parte de la filmografía que hizo famoso a Scorsese, con Uno de los Nuestros y Casino a la cabeza. Ahora, además de mencionar a la familia Corleone, a la dinastía de los Julios que tanto nos encandiló en series tan magníficas como Roma o Yo, Claudio... también me veré obligado a hablar de los Soprano cuando entable una conversación sobre las mejores historias relacionadas con este ambiguo y siempre interesante mundillo.
Pero no nos apresuremos, lo mejor de esta primera temporada de la serie es que cuenta con un recurso argumental que aprovechan al máximo para que nos impliquemos tanto moral como emocionalmente con el patriarca de la familia: Tony Soprano, que sufre varios infartos que le obligan a asistir regularmente, y a mala gana, a una serie de sesiones con una psicóloga. ¿En qué repercute todo esto? Pues en un seguimiento no ya de los sucesos que veremos en esta familia de gangsters italoamericanos, sino también del carácter y la personalidad de tan contradictorio personaje. Porque la serie no nos engaña en ningún momento, Tony no es ningún santo, está muy lejos de serlo y sus métodos son tan implacables como sus impredecibles ataques de furia. Pero de alguna manera, conociendo todos los pormenores, sabiendo exactamente como piensa, asistiendo a sus sesiones de psicoanálisis en las que él mismo se pone a prueba, es muy difícil no ponerse de parte de ese pedazo de hijo de puta.
Además, tampoco es que el mundo que le rodea sea mucho menos hostil: familiares obstinados a perpetuar ciertas costumbres que apenas le dejan pasar una, hipocresía por parte de una obstinada ley que siempre deseará colgarse una medalla, sicarios que pueden dejar de serlo a la menor ocasión, otros capos que esperan su momento para conseguir nuevos territorios, etc. No engañaré a nadie, pese a todo este cúmulo de elementos típicos del género, el estilo episódico es algo más culebronesco de lo que uno podría imaginar, más ligado a los sentimientos del protagonista y secundarios que a los negocios en sí. Pero jamás de una forma fácil, ya que todo está entrelazado de una manera u otra, creando un terrible puzzle que aquí empieza a tomar forma con las féminas más cercanas a Tony, sobre todo una en concreto, no diré quién específicamente, pero el desarrollo de cómo se va complicando la vida del mafioso a partir de habladurías aparentemente casuales es de lo mejor que nos ofrece esta adictiva temporada.
Y ya en resumen, que he hablado demasiado, no quiero acabar la reseña sin recomendar, como es lógico, esta serie. Pero lo mejor es que todavía no ha hecho más que empezar y estoy deseoso por ver qué más puede ocurrirle a esta atípica familia.
2 comentarios:
Que grande esta serie, puede parecer que no "va de nada", no parece haber un hilo conductor más allá de las sesiones y sin embargo poco a poco te vas metiendo en la serie hasta que quedas enganchadisimo, lo más grande es que como bien dices la serie consigue que te llegues a poner de parte del cabronazo de Tony.
Pues estoy por más de la mitad de la segunda temporada y tienes toda la razón en eso de que "parece que no va de nada, pero espera y verás", porque ahora veo que casi todo, o todo directamente, tiene consecuencias en el futuro. Y cómo mola eso, aunque estoy muy acostumbrado por parte de HBO en ese gusto por el detalle.
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