Aquí tenemos, por fin, el libro más criticado de Canción de Hielo y Fuego de todos los publicados hasta el momento en España. El motivo de tan inmerecidas críticas resulta muy evidente: en esta ocasión contamos con la ausencia de muchos personajes de los que estamos muy interesados por la importante presencia que tuvieron en entregas anteriores. Es decir, no tenemos constancia de los movimientos de personajes como Tyrion, Daenerys, Jon Nieve (solo sabemos de él al principio), Stannis, Melissandre o Bran. Esto es porque el mundo que crea George R. R. Martin en esta fabulosa saga se está ampliando hasta niveles insospechables. Tanto, que Juego de Tronos parece un libro mucho más simple de lo que parecía en su primera lectura tras acabar de leer este cuarto capítulo. Ahora tenemos el "inconveniente" de no poseer una visión más global de los sucesos que acontecen en Poniente, pero por otro lado, si el escritor sale airoso del asunto y lo domina todo tal y como lo está controlando por el momento, tiene el loable factor de dotar a su gran obra de una complejidad impresionante que no puede dejar indiferente a nadie. Es más, cada personaje tiene tanta historia (pasado, presente y futura) que cada uno podría llevar una serie de libros por sí solo, siendo todos tremendamente fascinantes. Por hacer un símil con el cómic de superhéroes, se podría montar toda una editorial solo con el mundo de Canción de Hielo y Fuego. Y para colmo no habría una colección inferior a otra, porque tanto Brienne como Arya o Cersei, por citar tres mujeres de diferente importancia y posición, tienen muchísimo que contar por sí mismas.
Por ello, no comprendo en absoluto las malas críticas vertidas en tan fascinante tomo. Es imposible evitar echar de menos, durante su lectura, a personajes como los ausentes anteriormente citados, pero eso no quiere decir que los sucesos de las Islas del Hierro o de Desembarco del Rey no tengan su propia importancia. Es más, pese a que no vemos lo que ocurre al otro lado del Mar Angosto, la verdad es que no hace falta, porque Martin fue tan inteligente a la hora de separar los capítulos que nos deja con la intriga a partir de lo que oyen los personajes protagonistas de los capítulos que podemos leer en esta entrega. Potenciando, de esta manera, una de las mayores virtudes de esta saga: la forma en que el autor juega con la nula verosimilitud de los relatos que se narran por boca de otros. En otras palabras, en estos libros las leyendas no se corresponden con la "realidad", y esto se nos dejó claro desde el primer libro, solo que en esta ocasión nos lo transmiten con más fuerza que nunca, porque los elementos místicos y fantásticos están apareciendo cada vez con más fuerza, lo que nos deja a personajes cínicos que no creen en nada de todo ello mientras que otros creen a pies juntillas que las profecías son ciertas. Esta variedad de creencias, de situaciones, de posicionamientos ante todo lo que está por venir, es una de las mayores bazas de esta saga.
Lo que nos lleva a la tremenda variedad de culturas, costumbres y escenarios que podemos ver a estas alturas. El mundo de Poniente a veces parece tan real como el nuestro, el escritor realiza sobre él un trabajo de antropología tan complejo que resulta increíble que no se pierda ante tal maraña de conceptos y creencias. Y todo esto lidiando con varias tramas de conspiraciones que ya es difícil que los propios lectores puedan retener sin que les estalle la cabeza. Por otro lado, la evolución de todos estos acontecimientos hace que algunos personajes cambien y tomen un papel opuesto al que estaban interpretando. Sin ir más lejos, Sansa dista mucho de ser la inocente niña a la que nos habíamos acostumbrado en los primeros tomos, y la propia reina regente, Cersei, no es ni la sombra de lo que sospechábamos gracias a que ahora podemos meternos en su perturbada mente. También encontramos que, ya que en Tormenta de Espadas vimos desaparecer a un buen núcleo de protagonistas, para ahora recibir la llegada de varios nuevos, especialmente los pertenecientes a la Casa Greyjoy, que juegan al famoso "juego de tronos" con tanta destreza y peligro como los Lannister o los Baratheon. Lo mejor es que los "nuevos" (algunos simplemente los conocíamos "de oídas") resultan tan fascinantes como los de siempre, y aunque al principio cuesta acostumbrarse a ellos, al cabo de un par de páginas, no puedes sino interesarte por lo que les pasará a continuación.
En resumen, uno podría tirarse días y días comentando todos los detalles de la lectura. Lo que es injusto es que Festín de Cuervos esté tan menospreciado solo por abarcar la mitad de lo que ocurre en Poniente en ese momento. Si esa mitad resulta inmejorable, ¿por qué iba a ser peor, si al fin y al cabo lo que importa es lo que se cuenta y no lo que no se cuenta? Es más, esa impaciencia por averiguar qué pasa al otro lado del Mar Angosto es lo que hace más especial esta saga, que a estas alturas es ya imprescindible.
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