jueves, 15 de septiembre de 2011

True Blood - Temporada 4

Tal y como nos dejaron en la tercera temporada, parecía que la serie estaba destinada a hundirse en la mediocridad más absoluta, algo que resultaba más certero si tenemos en cuenta la cadena de la que proviene y sobre todo si la comparamos con los últimos proyectos de la misma. El motivo de esta apreciación no es otro que el mal guión del que hizo gala el año pasado, con un villano supuestamente interesante actuando como un maldito lunático sin el menor atisbo de gracia o inteligencia. Golpes de efecto fabulosos que más tarde se quedaban en nada, repetición de esquemas, agotamiento de ideas y caricaturas de personajes que acabaron resultando repulsivos. Ya era difícil tomárselos en serio antes, todo hay que decirlo, pero de alguna manera en las primeras temporadas consiguieron mantener un equilibrio entre el exceso y la sobriedad que hicieron la serie más que recomendable. Por lo tanto, de esta cuarta muchos ni siquiera esperábamos nada bueno. De hecho, Bon Temps, el pueblo donde sucede todo, empezaba a aburrir entre tanto bicho fantástico que quitaba cada vez más y más protagonismo a los vampiros. Ahora tenemos brujas, chamanes, hadas y demasiados personajes ocupando espacio. Si además tenemos en cuenta que el piloto arranca con un muy manido y fácil "año después", cambiando status quo a diestro y siniestro con tal de poder contar algo interesante, lo cierto es que como inicio no era precisamente muy esperanzador. 

Lo dicho, demasiados elementos fantásticos, demasiadas tramas al mismo tiempo, demasiados personajes y ningún hilo principal a seguir. Eso parecía en los primeros capítulos. Pero por suerte, más tarde comprobamos con cierta satisfacción que esta vez los guionistas sí han hecho su trabajo, engañándonos al principio para sorprendernos con una gran villana a la altura de la Ménade de la segunda temporada, que nos brinda una trama central de gran importancia y un genial desarrollo. Marnie es la estrella, una bruja con poderes de médium que invoca a un espíritu del pasado que tiene una enorme sed de venganza hacia los vampiros que la maltrataron en su momento. Gracias a éste, obtiene un gran poder con el que poder hacer posible su anhelada vendetta, llegando a relacionarse con gran parte de Bon Temps en una gran trama, en donde todo acaba teniendo relación y coherencia. Pero lo mejor es que se recupera el interés por los personajes: Jason ya no resulta ni por asomo tan repelente, Soockie y sus relaciones con Bill o Eric llegan a un punto coherente en lugar de seguir mareando la perdiz, Tana parece encontrar por fin su lugar entre todo este meollo y ni siquiera uno de los peores personajes de la serie, Arlene, nos estropea la velada. Todo lo contrario, se profundiza en los entresijos de la familia Bellefleur, Lafayette tiene al fin un papel relevante e incluso Jessica sigue siendo igual de interesante. 

Por lo tanto, podemos decir sin temor a equivocarnos que han encontrado el camino perdido. True Blood vuelve a ser la que era, con todas sus virtudes y defectos. Lo curioso es que ya no sorprende como antes, ya que es mucho menos desinhibida de lo que era, quizá al centrarse menos en vampiros y más en otros personajes, digamos, más benévolos y perturbados (que no perturbadores). Lo único que se echa en falta es un poco más de la mala baba con la que nos obsequiaron en las dos primeras temporadas, refiriéndome no a la violencia o al sexo (que siguen estando presentes en toda su gloria), sino a la crítica desaforada y desvergonzada hacia la sociedad cerrada estadounidense. En esto último, Alan Ball parece un poco más cortado que antes, aunque sigue mostrando ramalazos de su personalidad aquí y allá, solo que con un toque mucho más blando de lo acostumbrado. Pese a todo, la visión de la muerte del creador de "A 2 metros bajo tierra" sigue presente en el fabuloso clímax de la temporada. Que salvo por un par de cosas mal explicadas (la forma en que acaban atados ciertos vampiros en un poste en una oportuna y poco creíble elipsis, por ejemplo), es todo un ejemplo de cómo dejar a los fans con los dientes largos (irónicamente) hasta los siguientes capítulos. 

En otras palabras y resumiendo: empieza flojo, la trama se va desarrollando sin prisa pero sin pausa y acaba más que satisfactoriamente, recuperando la calidad perdida y dejando con ganas de más. No impresiona como antes, pero al menos no defrauda, que es mucho.

2 comentarios:

Iñaki dijo...

A mí la 3ª me pareció un desmadre muy divertido sin más. El exceso de elementos sobrenaturales que se empezaba a comer la serie en la 2ª se adueñaba ya de todo y todos los personajes, pero con todo el delirio narrativo me pareció simpático e intencionado.

Por lo que comentas esta 4ª recupera algo el pulso, motivo de más para seguirla, pero a mi la anterior tampoco me pareció tan mala. Simplemente muy entretenida y sin control.

Saludos en paralelo.

Ovi-One dijo...

Yo sí que encontré bastante mala la anterior. Debes admitir que pese a la Ménade, la segunda temporada se centró especialmente en los vampiros, sobre todo con las subtramas de Jason, Tara o Sookie, con Godric de por medio. Precisamente, el protagonizado por éste último es uno de los mejores capítulos de toda la serie, que demuestra que, por intencionadamente divertida y surrealista que quiera ser, también tiene cierta profundidad.

En la tercera es cuando vino realmente la vorágine de elementos sobrenaturales sin ton ni son, con montones de subtramas que simplemente chocaban entre sí: los hombres lobo, los cambia-formas, los hombres-pantera, los brujos (ya llegó el novio de Lafayette y tuvo que ser algo "fantástico", qué casualidad), las hadas y las brujas. Todo de golpe, en una sola temporada y sin ofrecer una trama central que sea interesante. Para mí fue el caos absoluto, y para colmo los personajes perdieron muchísimo.

Esta cuarta temporada, lo bueno que tiene es que "repara" la credibilidad de muchos de ellos. Especialmente de Jason, que hasta protagoniza algunos de los mejores segmentos. Y Marnie acaba siendo el centro de todo con la presencia de una gran villano. Sí, desde luego recupera el pulso perdido, ese complejo equilibrio entre la locura, el humor y el drama. Así debe ser True Blood.